León, Guanajuato.- La mezzosoprano Ann Hallenberg y la orquesta Les Talens Lyriques, bajo la batuta de Christophe Rousset, cerraron la edición 43 del Festival Internacional Cervantino en León con un concierto emotivo y memorable, el más aplaudido en la historia del Teatro del Bicentenario del Forum Cultural Guanajuato.
En sus dos presentaciones en nuestro país, en el marco de la Fiesta del Espíritu, en Guanajuato capital el viernes pasado y en León dos días después, la cantante sueca y el director francés ofrecieron el programa “Tributo a Farinelli”, un homenaje al más célebre de los castrati: Carlo Broschi.
Precisamente, Christophe Rousset y Les Talens Lyriques fueron los intérpretes de la música del filme sobre la vida del divo italiano del siglo XVIII y su relación con su hermano, el compositor Ricardo Broschi: “Farinelli il castrato” de Gérard Corbiau, nominada al Óscar a Mejor Película Extranjera en 1995.
Veinte años después, en la clausura del FIC en León, Ann Hallenberg y el conjunto barroco francés repasaron las arias más famosas de la banda sonora, la mayoría escritas para Farinelli, como “Son qual nave ch’agitata” de “Artaserse”, “Qual guerriero in campo armato” y “Ombra fedele anch’io” de “Idaspe”, óperas de Ricardo Broschi, así como la célebre “Alto giove” de “Polifemo” de Nicola Porpora.
También interpretaron arias menos populares como “Sorge nell’alma mia” de “Imeneo” de Porpora, y “Parto qual pastorello” de “Artaserse”, pero de Johann Adolph Hasse, compositor alemán que escribió numerosas óperas y Farinelli fue uno de sus intérpretes.
El programa se equilibró con tres piezas orquestales, las “Sinfonías” de las óperas “Polifemo” de Porpora, “Siroe” de Hasse, y “La morte di Abel” de Leonardo Ortensio Salvatore de Leo, uno de los representantes de la escuela napolitana más distinguidos de su época.
Artistas de primer nivel
Sin duda, el recital de la noche del domingo será recordado por la calidad de interpretación de los especialistas en música barroca y clásica, que se han ganado el reconocimiento del público y la crítica por su trabajo de investigación y rescate de partituras.
En primer lugar, destacó el virtuosismo de Ann Hallenberg, pues al tratarse de un concierto dedicado a Farinelli, la voz ocupó un lugar primordial. Su tesitura de mezzosoprano, de timbre cristalino y cálido, fue ideal para cantar las arias concebidas para los castrati, y gracias a su amplio registro, alcanzó con seguridad tanto las notas agudas como las más graves.
Hay que recordar que para recrear la voz de Carlo Broschi en la película de Corbiau, se hizo uso de la tecnología para fusionar las voces del contratenor Derek Lee Ragin y la soprano Ewa Mallas-Godlewska, por lo que el resultado no dejó de ser artificial.
Pero en los últimos años mezzosopranos, como la propia Hallenberg o Vivica Genaux, y contratenores, como Phillipe Jaroussky o Bejun Mehta, poseen la técnica para interpretar este tipo de repertorio.
Además, Hallenberg mostró un control impresionante de la respiración, que le permitió hilvanar las frases en toda su extensión, sobre todo en los lamentos barrocos como “Ombra fedele anch’io” o “Alto giove”, y lució una coloratura precisa en las arias de bravura: “Son qual nave ch’agitata” o “Qual guerriero in campo armato” de “Idaspe”. Sobresalieron siempre la elegancia de sus trinos y la variedad de los adornos en las repeticiones de los temas.
Pero más allá de la pirotecnia vocal, Hallenberg es una artista de gran nivel que cantó las arias rápidas con energía y frescura, y las más lentas con profundo dramatismo. Y aun con partituras a mano, su fraseo y gestos formaron parte de una actuación convincente, que logró despertar entre los asistentes una amplia gama de emociones.
La magia de la música barroca, llena de contrastes, no hubiera sido posible sin Christophe Rousset. Bajo su dirección, las arias de bravura se escucharon animadas y los lamentos expresivos, con cambios de tema claros, sonoridad transparente y un manejo del tempo equilibrado. En pocas palabras, Les Talens Lyriques se notaron acoplados, seguros en sus entradas y hábiles en sus breves partes solistas.
Al concluir los últimos compases del programa, el público se puso de pie y aplaudió a los artistas como nunca antes había ocurrido en el Teatro del Bicentenario.
En agradecimiento, la mezzosoprano y la orquesta obsequiaron tres piezas más: “Fra cupi vortici” de “Edippo” de Pietro Torri; “Cervo in bosco” de “Catone in Utica” de Leonardo Leo; y la famosa “Lascia ch’io pianga” de la ópera “Rinaldo” de Händel, la cual provocó una emoción incontenible y cerró con broche de oro la velada.