Como cada domingo, el Museo de Arte e Historia de Guanajuato abrió las puertas de sus talleres familiares, con nuevas propuestas para que los visitantes desarrollen su creatividad y conozcan más de la identidad del país.

En esta ocasión se ofertaron dos entretenidas clases tituladas “La mazorca mágica” y “Tsinamekuta: piedra wixárika”. 

En la primera actividad, los asistentes eligieron entre diferentes diseños de una mazorca para colorearla con distintos elementos como puntillas, crayolas, plumones, etc. 

Familia Ramírez Rodríguez. Foto: Edith Sosa.

Una vez que la iluminaron por completo, se le hizo un marco cuyo fin era sostener un cartoncillo, al que encima se puso el mismo diseño de la mazorca, pero sin colorear e impreso en un acetato.

De esta manera, cuando se retiraba el cartoncillo, el dibujo de acetato se llenaba con los colores del dibujo que había debajo. 

La actividad “Mazorca mágica”, hace referencia al tiempo de primavera y de reverdecimiento de los cultivos.

Además, los facilitadores invitaron a reflexionar sobre la importancia de este grano que ha sido base de la cocina mexicana desde hace muchos años.

Familia Hernández Vázquez. Foto: Edith Sosa.

A continuación tuvo lugar el taller “Tsinamekuta: piedra wixárita”, inspirado en una pieza de la exposición temporal “Mirar con nuestros ojos de montaña” de la artista contemporánea Marcela Armas, misma que se encuentra exhibida en el MAHG.

La obra en cuestión es una muestra de roca Pirrotita que fue extraída a manera de préstamo del altiplano potosino. 

La artista hizo un mapa de la actividad magnética de este mineral y lo coloreó sobre la misma usando chaquira, con la bendición de los artistas huicholes de la zona. 

Erandi Cervantes, Ana Leticia Hernández y Victoria Cervantes. Foto: Edith Sosa.

Aunque los asistentes no hicieron todo este procedimiento ritual, sí tuvieron plena libertad para dibujar sobre su propia roca aquello que el guijarro les inspirara para posteriormente cubrirlo con una fina capa de cera de Campeche y volver a trazar sus dibujos, pero esta vez con chaquiras de colores.

No solo los niños, sino también sus papás se animaron a trabajar en esta actividad, disfrutando del resultado que se llevaron a casa y que será un recuerdo de un grato domingo y de una de las más bellas expresiones del arte indígena. 

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