Presenciar una función del Ballet Folcklórico de la Universidad de Guanajuato es hacer un recorrido por todas las regiones y raíces rurales de México.
Y fue precisamente eso lo que se presentó este lunes por la noche en la Alhóndiga de Granaditas, en el marco del Festival Internacional Cervantino.
Desde la clásica y poderosa danza prehispánica de los concheros a ritmo de los sonoros huehuetl y teponachtli, que parecen llamar a la guerra. Pasando por bailes de las sonrientes y coquetas campechanas y oaxaqueñas.
“Hay qué bonito es volar, a las 2:00 de la mañana, a las 2:00 de la mañana, hay qué bonito es volar”, una de las canciones que acompañaron al jarabe veracruzano, con sus blancas y amplísimas faldas para las mujeres y otros igual de blancos guayaberas y pantalones para los hombres. Una de las danzas más representativas de nuestro país.
Escuchamos la marimba, que por sí misma es un deleite, de las zonas costeras y cálidas de Veracruz, Tabasco, Chiapas y Yucatán. Con marima, a danza de Chiapa de Corzo, Chiapas, originaria de las orillas del Cañón de Sumidero.
Por supuesto que no podía faltar el huapango tamaulipeco de lo costa noreste del país, con sus elegantes trajes de cuero y acompañados por las pícaras estrofas que dicen así: “…entre las flores, me gusta cortar de todas, me gusta seeer mil amores”.
El recorrido siguió por el norte: Nuevo León, al ritmo del acordeón, redobas, botas y tejanas. Y no podía faltar Sonora, el Estado invitado, con su banda.
En todas las piezas norteñas, además de mostrarnos la danza regional, el Bafug también nos deleitó con la música popular de cada región, lo que hizo aún más disfrutable el espectáculo.