Jorge Ibargüengoitia. Foto: Web

Uno de los escritores más prolíficos que dio Guanajuato al mundo durante el siglo XX fue Jorge Ibargüengoitia. 

Su sagacidad, curiosidad y su mirada aguda le hicieron acreedor a varios premios durante su fructífera carrera como periodista y escritor. 

A petición de su madre y del séquito femenino con el que se crió, Ibargüengoitia comenzó a estudiar en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero todo cambió tras un encuentro con Salvador Novo que tuvo lugar en la ciudad de Guanajuato.

Ambos escritores se conocieron mientras Novo montaba en el Teatro Juárez la obra “Rosalba y los llaveros” de Emilio Carballido. La pasión que Ibargüengoitia encontró en las letras y en el arte dramático lo llevó de nuevo a la Ciudad de México para inscribirse en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Uno de sus maestros y de quien siempre afirmó verse influenciado fue Rodolfo Usigli, quien es considerado como el padre del teatro moderno en México. Además de escribir, Ibargüengoitia se dedicó a la docencia de literatura, justamente en la Cátedra Usigli.

Aunque exploró casi todos los géneros literarios, sus novelas destacaron de entre los demás y siguen siendo un gran referente para entender la literatura moderna.

Después de un arduo trabajo de investigación, en 1964 el escritor publicó “Los relámpagos de agosto”, ficción histórica situada en la Revolución Mexicana que le valió el premio Casa de las Américas en el mismo año. 

En el año 1977 lanzó “Las muertas” novela inspirada en la historia de las Poquianchis, el grupo de hermanas asesinas y tratantes que operaron en Guanajuato en los sesentas; este texto ha sido reinterpretado y llevado al teatro en nuestros días. 

Pero además de la ficción, hubo más publicaciones que permitieron conocer de cerca el humor satírico que caracterizaba al escritor, como “Instrucciones para vivir en México”, un compendio de artículos que escribió para el periódico Excélsior y que retratan de manera hilarante pero también crítica la idiosincrasia mexicana, así como los rituales que inmersos en nuestra cultura.

La vida de Ibargüengoitia terminó de manera trágica el 27 de noviembre de 1983 en el accidente del Vuelo 11 de Avianca, en el cual viajaba, junto con otros escritores y artistas, al Primer Encuentro de Cultura Hispanoamericana en Bogotá, Colombia. Sus restos descansan en Guanajuato, pero su obra continúa viva. 

 

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