Las hojas de los libros se tiñen de negro y aquellos que tienen vocación por las letras rinden homenaje a uno de los pilares de la literatura mexicana del siglo XX. José Agustín Ramírez nacido el 19 de agosto de 1944, falleció este martes a los 79 años a causa de diversas afecciones en su salud en su casa de Cuautla en el estado de Morelos. Y ante su pérdida, el gremio de escritores de Guanajuato expresa su pesar y recalcan su importancia.
José Agustín nos heredó la juventud en México. Su literatura retrató los usos, costumbres, pero sobre todo el lenguaje de quienes se negaban a caer en la casilla de adultos de la época: gente seria, con la vida prefabricada, cuyo objetivo era mantener la tradición. Sus personajes rebeldes, como los clasificarían los adultos de los 60’s-70’s, eran un reflejo de los cambios sociales. La juventud ya no era una etapa biológica con cronología específica, sino una elección de vida, un estado mental”, expresó Julia Cuéllar, escritora y gestora cultural.
“Hoy seguimos cosechando ese cambio en la literatura y en la sociedad. José Agustín es para la literatura lo que el rock para la música, un parteaguas, una constante pregunta sobre el individuo frente a lo social, la libertad frente al autoritarismo. La familia que uno elige frente a la familia de sangre”.
José Agustín comenzó su camino en la literatura a los 16 años con “La tumba” (1964), siguiendo por “Inventando que sueño”, (1968), “Se está haciendo tarde” (1973), “El rey se acerca a su templo” (1977), “Ciudades desiertas” (1982), “Cerca del fuego” (1987), “Dos horas de sol” (1994), “Vida con mi viuda (2004)”, entre muchas otras.
De acuerdo con Luis Meza, coordinador de Comunicación del Instituto Estatal de la Cultura, José Agustín contribuyó a ampliar las fronteras de la literatura mexicana al abrazar expresiones que eran en ese momento periféricas y desdeñadas, como el habla juvenil y urbano.
Noto cierto paralelismo entre lo que significó él para la literatura con lo que fue José Luis Cuevas para la plástica: una figura disruptiva y refrescante que sacudió lo establecido”, comentó.
Por su parte el escritor y director general del sello editorial Sauvage Atelier, Antonio Raúl Karam García, reconoció que más de una generación de lectores y escritores mexicanos crearon un mundo a través del lenguaje y las obras de José Agustín.
“Irreverente y subversivo, para aquellas décadas en las que la represión se ejercía en todos los ámbitos de la vida en México, desde la familia hasta la política, como una medida de instauración de orden patriarcal y ‘normalidad deseable'”, José Agustín logró extender el influjo de sus diatribas rebeldes y personajes comunes, hasta casi terminada la década de los noventa.
Aún recuerdo con cariño cómo circulaban varios de sus títulos en librerías y el intercambio cotidiano de estos en las de ocasión (antes llamadas librerías de viejo); así como la notable atención que recibía por entonces su “Tragicomedia mexicana” o sus colaboraciones en revistas periódicas alternativas. Quedará su nombre cintilando en la constelación de ese singular orbe de la literatura mexicana”.
A su obra literaria se suma su trabajo en el periodismo, el teatro y el cine, que le ganó el reconocimiento nacional e internacional con el Premio Nacional de Literatura “Juan Ruis de Alarcón” en 1993 y el premio “Dos Océanos” en 1995.
“Estamos ante la pérdida de un iconoclasta de la literatura. Un escritor que encontró un lenguaje vibrante y emocionado para enriquecer, cuestionar y sublimar las letras mexicanas”, reconoció Mauricio Vázquez González, director editorial del Instituto Estatal de Cultura
José Agustín nos introdujo a un universo diverso, meditado y rico de su escritura, en específico de su novela “De Perfil”, que aún sigue joven, decidida y propositiva. José Agustín visitó Guanajuato y siempre nos dejó lecciones sobre cultura, contra cultura y literatura. Formado con grandes escritores como Juan José Arreola, José Agustín supo y demostró una manera propia de contar historias que quedarán en la buena literatura de México. Ha muerto un gran escritor”.
