Ana Saiz es una abogada y activista que ha trabajado por años en defensa de los derechos de los migrantes y un poco de esa labor se ve reflejada en su más reciente libro “Vidas desplazadas. La migración en México”, del que es coordinadora y coautora.
Inicialmente formada como abogada, Saiz es integrante del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) y actualmente es titular de la Unidad de Asesoría Jurídica en el Instituto Federal de Defensoría Pública.
Durante este gran recorrido activista se ha especializado en temas de migración, por lo que mediante este libro de ensayos, busca que la gente pueda acercarse al tema de una manera asequible.
“Cuando empecé a ver cuestiones de migración tuve que leer académicos, dedicarme un par de años a tratar de tener un poco más de conocimiento, porque tienes que leer economistas, demógrafos, sociólogos, es algo muy amplio. Esas voces me aclararon la situación y esa es la idea, que la gente conozca el tema y lo desmitifique”, comentó Ana Saiz en entrevista con Periódico AM.
¿Qué línea sigue la selección de ensayos de ‘Vidas desplazadas’?
Todas y todos los autores que participan son personas que llevan ya décadas estudiando temas muy específicos de migración. El libro está pensado para que toda la gente que tenga curiosidad entienda un poco más del tema.
Se seleccionaron artículos de divulgación muy digeribles que dan un vistazo rápido de lo que está pasando en el país, desde la dinámica de la frontera de México con Estados Unidos, hasta lo que pasa con las mujeres en el sureste del país”.
Una de las primeras ideas que se manejan en el libro es que no hay un solo país que cuente con una política migratoria ejemplar, ¿a qué se debe esto?
Aunque hay políticas peores y mejores, es cierto que no hay una ideal. Tenemos los casos de Colombia, por ejemplo, que documentó la llegada de dos millones de personas provenientes de Venezuela o Brasil, que tiene un sistema de relocalización de personas refugiadas.
Es mucho más lógico hacer eso que lo que hacemos en México de no documentar a las personas con tal de retrasar la llegada de gente hacia el norte.
En tu ensayo ‘El país de los muros’, mencionas ‘muros burocráticos’ y ‘muros militares’, ¿nos puedes platicar sobre ello?
La idea es hacer una analogía de los obstáculos que encuentran las personas al no tener la posibilidad de viajar documentadas, que se van haciendo como mucho más evidentes y mucho más rígidas conforme vamos avanzando en México hacia el norte“.
Lo primero con que se topa la gente son estos muros burocráticos porque los tienen horas esperando en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados para poder tener una cita y luego pasan días y no le resuelven los casos, y luego van al Instituto Nacional de Migración y tampoco.
Después siguen avanzando y se topan con un muro de corrupción de funcionarios, de policías que los quieren extorsionar, delincuencia organizada que los quiere secuestrar.
Como muchos van hacia el norte, continúan hasta topar con el muro de Tijuana, el más evidente, físico. Allí lo podemos ver de una manera muy contundente y drástica y esta analogía sirve para dimensionar cómo esta gente se va encontrando obstáculo tras obstáculo.
Esto va de la mano con otro concepto que utilizas, el de la ‘seguridad humana’, ¿cómo lo abordas?
Por más académicos que leas, no hay vínculos claros entre migración y seguridad nacional; no hay cifras, casas, no hay evidencia empírica, pero lo que sí queda claro es que lo que necesitan las personas migrantes, sobre todo si están indocumentadas, es protección“.
Su condición las vuelve sumamente vulnerables, presas muy fáciles para explotación laboral, sexual, secuestros, cualquier tipo de abuso.
Las políticas de seguridad tendrían que estar enfocadas en proteger estas poblaciones y no parecer que es lo contrario, como cuando vemos el discurso de que la Guardia Nacional los va a proteger, pero los vemos con rifles y uniformes de camuflaje que envían un mensaje distinto.
¿Consideras que México tiene la capacidad para recibir migrantes?
Claro. México no ha basado sus políticas migratorias en la capacidad que podríamos desarrollar, sino en la xenofobia. Si México tuviera otra visión basada en cuestiones objetivas, incluso el conocimiento del propio mercado laboral, sería muy distinta la aproximación que podríamos tener.