Es a través de la lengua que se puede contar la historia del mundo y de quienes participaron en ella. Es por esto que la Biblioteca Central Wigberto Jiménez, organizó en el Día Internacional de la Lengua Materna, una charla con Yasuaki Yamashita, sobreviviente de la bomba atómica. 

En el denominado “Encuentro de lectores”, estuvieron presentes el señor Yamashita y Sergio Hernández, investigador del INAH. Ambos trabajaron de la mano para la creación de “Hibakusha. Testimonio de Yasuaki Yamashita”, publicación editada por el Fondo de Cultura Económica.

Ante un público mayormente joven, Yasuaki Yamashita contó su historia, asegurando que aunque le costó mucho tiempo comenzar a hacerlo, desde la primera vez que compartió su historia con el público notó como una herida interna se iba sanando.

Yamashita tenía 6 años cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses arrojaron una bomba atómica sobre su natal Nagasaki. Él y su familia vivían a 2.5 kilómetros del epicentro de la explosión. 

Algunos vecinos alertaron a mi madre sobre un avión misterioso que sobrevolaba la ciudad. Hay mucha discrepancia sobre si las sirenas de emergencia por ataque aéreo sonaron dos o tres veces. En cuanto entré a mi casa vi una luz como si fueran mil relámpagos al mismo tiempo, como 4 soles de mediodía”, narró el sobreviviente

Después del desastre, en el que murieron alrededor de 200,000 personas en cuestión de segundos, los sobrevivientes batallaron por conseguir comida.

Mi familia y yo caminamos cerca del epicentro para poder llegar con unos familiares pensando que ellos tendrían comida. En el camino había muchos cadáveres, todos estaban quemados y completamente negros. Decir que vi el infierno no sería suficiente, creo que no existe palabra para describir la imagen tan grotesca. Pero teníamos que sobrevivir”, contó. 

Al terminar la preparatoria, Yasuaki comenzó a trabajar en un hospital, pero sufría discriminación por parte de sus compañeros, la misma a la que se enfrentaron los demás sobrevivientes debido a la exposición a la radioactividad que habían vivido. 

Yamashita soñó desde entonces con ir a otro país donde pudiera comenzar de nuevo y cuando se realizaron las Olimpiadas en México en 1968 se unió al equipo de prensa para viajar hasta aquí. Asegura que desde el primer momento, México lo recibió con los brazos abiertos.

Desde entonces Yamashita adoptó nuestra tierra como la suya. Actualmente, vive en San Miguel de Allende y desde hace muchos años se dedica a compartir su testimonio para concientizar sobre el horror de los ataques nucleares y la dificultad de ser un “hibakusha”, palabra japonesa para nombrar a los testigos de la bomba atómica.

VIVA VOZ

“Una conferencia impactante. Llena de esperanza y un llamado al amor y un rotundo no a la violencia. Siempre ir por el camino de la paz”.

Estelita Rea Lara
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“Me pareció sorprendente, además que viva voz de un sobreviviente del hecho. Además saber que el nieto de Truman, le pidió perdón por la tragedia ocurrida en Nagasaki

Osvaldo Daniel Vallejo, estudiante

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Una exposición conmovedora. Un mensaje que nos impulsa a la cultura de la paz. A vencer las adversidades y salir adelante de todas nuestras tragedias. Soy sobreviviente del cáncer”.

Liz Valadez

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