El Ballet de Montecarlo inició con el pie derecho en el Festival Internacional Cervantino, pues arrancó sonoros aplausos de pie y ovaciones en la primera de sus tres presentaciones.
Este conjunto europeo presentó una mezcla de danza contemporánea con ballet clásico, que lograron un bonito resultado en dos partes completamente diferentes. Movimientos y vestuario de danza contemporánea, combinado en su mayoría por música y algunos movimientos de ballet clásico.
La primera parte de Coppelia fue un despliegue de luz blanca, escenario muy diferente al que suelen utilizar los grupos de danza contemporánea.
En la segunda parte, ya con el escenario en oscuro, se representó algo muy parecido a una ópera y a una mezcla de varias historias, una de ellas “Evita”, con un personaje que la interpretaba, distinguible por su aureola y su vestido blanco brillante.
Del ballet clásico tomó la pareja protagonista, que atraviesa por vicisitudes pero al final logra estar junta con un final feliz. Y el personaje malvado que al final es eliminado. En la parte de la danza contemporánea hubo personajes ataviados con vestuario tipo robot que se acoplaban muy bien a la coreografía y que fueron de los más gustados por el público, ya que recibieron la mayoría de los aplausos.
El Ballet de Montecarlo nació en 1985 gracias al deseo de la Princesa de Hannover, mejor conocida por todo el mundo como Carolina de Mónaco, de cumplir el deseo de su madre, la fallecida princesa Grace de Mónaco y para inscribirse en la larga tradición de danza de ese pequeño principado europeo, misma que inició en 1901.