El Ensamble Nacional de Croacia celebró sus 75 años de existencia en la Alhóndiga de Granaditas durante el Festival Internacional Cervantino.
Primero ofrecieron una pieza donde las niñas regalan flores para traer prosperidad a su familia y la comunidad. Después un viaje por todas las regiones de ese país, para remontarnos a los campos bucólicos de Europa del Este en la época en que todo era sencillo.
Al ritmo del violín, las ucranianas bailaron con elegantes vestidos blancos ampones, casi como para una boda campirana. En otras piezas, los cambiaron por vestidos rojos profundamente bordados con numerosas figuras que hacían juego con las botas del mismo color.
Pero también con prendas más sencillas, faldas largas y pañuelos en la cabeza para las mujeres, igualmente a la usanza del campo de siglos ya pasados, el origen de Croacia.
Al fin danza humana, en parejas y en grupo, igual que las danzas originarias mexicanas. La diferencia, los zapatos. En lugar de los zapatos de tacón de las mexicanas, los ucaranianos bailan con zapatos de piso hechos de tela.
Todo, al ritmo de unos simples violines, que son suficientes para llenar todo el escenario de ritmo. Y finalizaron con un baile de la celebración de un matrimonio, donde la novia baila en torno a una botella para demoostrar que goza de buena salud y que no cojea. Un baile para celebrar el amor.