Dan Brown ve el mundo de manera diferente al resto de las personas.
“Me gustaría viajar por placer”, dijo el autor de títulos populares como “El código Da Vinci” y “Angeles y Demonios”, en que los secretos y el suspenso se mezclan con un recorrido guiado por Italia y otras ciudades de Europa. “Todo lo que veo es una idea potencial y me gustaría que no fuera así. Quizá no debería hacerlo, pero cada obra de arte o cada lugar al que viajo es una posible idea”.
Brown, de 48 años, ofreció una entrevista recientemente en las oficinas de Random House Inc. en Nueva York, donde promueve “Inferno”, novela con la cual regresa a su querido continente y tiene la oportunidad, espera, de interesar a los lectores en el poema del siglo XIV, escrito por Dante Alighieri sobre un viaje al Infierno, de donde parte el título de su novela.
“Mi esperanza con este libro es que la gente se sienta inspirada para descubrir o redescubrir a Dante. Y si todo sale bien apreciarán al mismo tiempo algo del increíble arte que Dante ha inspirado en los últimos 700 años”, dijo Brown, quien con “El código Da Vinci” llevó a crear recorridos especiales en el museo del Louvre, la Abadía de Westminster y otros sitios donde se desarrolla la novela.
El nuevo libro de Brown, publicado el martes, ya es uno de los más vendidos de Amazon.com y Barnes & Noble.com, un logro esperado para un autor cuyas novelas han vendido 200 millones de ejemplares en el mundo. Tan sólo “El código Da Vinci” ha vendido más de 80 millones de ejemplares y ha colocado a Brown junto con J.K. Rowling entre los novelistas cuyas tramas se guardan celosamente en secreto por sus editoriales.
El alter ego de ficción de Brown, el profesor de iconología y simbología de Harvard, Robert Langdon, anda nuevamente detrás de un misterio. Queda atrapado en una lucha por evitar que un virus mortal se propague en el mundo y despierta aturdido en un hospital italiano para pasar el resto del libro tratando de recuperarse. También hay visitas impulsadas por el amor, o algo parecido, a sitios históricos en Florencia, Venecia, entre otras partes, además de códigos misteriosos que aluden a los pasajes de “La divina comedia”.
Todo en “Inferno” es una provocación, incluyendo la forma en que el autor la escribió y la promovió. Brown destaca el hecho de visitar las ciudades que describe y desde que “El código Da Vinci” se publicó en 2003, sus admiradores han tratado obsesivamente de descubrir dónde se desarrollarán sus próximos libros y de qué se tratan. Los detalles de su novela de 2009 “El símbolo perdido” surgieron gracias a reportes de que Brown, cuyo rostro con barbilla partida y su cabello rubio son conocidos por muchos, había estado en Washington. Las precauciones se volvieron esenciales durante sus viajes en Europa para “Inferno”.
“Investigar es ahora un arma de doble filo”, dijo Brown. “Es genial porque he tenido acceso a cosas a las que nunca pude llegar. Pero también es más difícil porque estoy tratando de escribir en secreto cuando la gente sabe quién soy. Así que la mitad de las preguntas que hago es totalmente irrelevante para el libro y así mantengo a la gente a la expectativa”.
Dante fue muy crítico de la Iglesia Católica y Brown se alegró por las ideas entre sus lectores sobre las posibilidades de que renovara las controversias de “Ángeles y Demonios” y “El código Da Vinci”, las cuales enfurecieron a las autoridades de la Iglesia por conjeturas como el matrimonio entre Jesús y María Magdalena. Pero el objeto de los ataques de “Inferno” es la sobrepoblación, un asunto que no abordó Dante.
“Siempre trato de tener a la gente a la expectativa”, dijo Brown. “Cuando la gente supo que estaba escribiendo de Dante, dijeron ‘claro, va a criticar a la religión’… Eso habría sido demasiado obvio”.
El libro no profesa ninguna fe, pero sí tiene una moral proveniente del mismo Dante: La inacción durante los tiempos de crisis es un pecado. La sobrepoblación, dice Brown, es un asunto tan profundo que todos deberíamos preguntarnos qué se puede hacer. El autor no está seguro.
“No es un libro activista, no tengo una solución”, dijo. “No apoyo ninguna solución en particular. Esta es mi forma de decir ‘hay un problema que la gente mucho más capaz que yo debe atender”’.

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