Con un cuerpo musculoso, su rostro invadido de una espesa barba y el ceño fruncido, Hugh Jackman da vida a Wolverine, un hombre lleno de enojo ante el rechazo que produce su condición de mutante.
Y hubo un momento en la vida del australiano en que se sintió igual de frustrado y molesto que su personaje, principalmente debido al divorcio de sus padres. Pero esos arranques de ira que experimentaba en su adolescencia ahora los canaliza para dar vida a sus personajes en las películas.
“Me sorprende que en mi juventud no me interesaran los X-Men, porque me hubiese sentido tan identificado. Yo representaba eso: sentía que nadie me entendía por ser diferente, estaba muy enojado.
“Tenía un temperamento muy explosivo cuando era más joven, y por eso ahora se lo pongo al personaje. (Mi enojo) Era producto de lo que viví y resultado de la edad”, compartió Jackman en entrevista durante la promoción del filme “Wolverine Inmortal”, que se estrena a finales de este mes en México.
Sin embargo, hoy todo ese resentimiento derivado de un hogar roto ha quedado en el pasado. Y es que él ha formado una familia sólida al lado de su esposa, Deborra-Lee Furness, y sus hijos Ava Eliot, de 7 años, y Oscar Maximilian, de 13.
Por ellos decidió incluso renunciar a su casa productora, Seed Productions, la cual estuvo detrás de “X-Men Orígenes: Wolverine” (2009).
“No puedes actuar, producir y ser un padre dedicado al mismo tiempo. Son muchas cosas, por eso decidí cerrar la compañía. Además, soy un mal productor, era una mala empresa”, sostuvo el actor, de 44 años.
Esa devoción a su familia se evidencia cada vez que menciona a sus hijos, a quienes está dispuesto a apoyar si deciden dedicarse a la actuación porque, segura, tienen el don. Pero hay una condición.
“No les voy a decir lo que deben o no hacer. Yo amo lo que hago, me gusta actuar, mi carrera. Si eso es lo que quieren, se los voy a permitir, pero hasta que terminen la escuela.
“He visto muchos desperfectos cuando los chicos no lo hacen (estudiar). Después de la escuela, una vez que hagan sus cosas y tengan 18 años, pueden hacer lo que quieran, pero no antes”, advirtió.
Y él predica con el ejemplo, pues aunque su pasión por los escenarios se impuso, se graduó de la carrera de periodismo en la Universidad Tecnológica de Sidney en 1991.
“Ahora tengo más empatía con los periodistas, particularmente con aquellos que hacen preguntas que no desean. Lo entiendo y sé que es su trabajo”, dijo.
No obstante, lo suyo, en definitiva, es la actuación.
“Realmente disfruto lo que hago. Estoy agradecido por todas las oportunidades que he tenido, no puedo creer que me paguen por lo hacer algo que amo”.

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