Justin Bieber debe pagar mil 500 dólares a Alemania por los cuidados que en esa nación se le han dado al mono capuchino que dejó abandonado.
El pasado marzo el cantante trató de ingresar a esa nación con “Mally”, su mascota, pero como no pudo presentar papeles de vacunación e importación, el animal fue retenido en el aeropuerto y trasladado después a un albergue.
Bieber tenía hasta finales de mayo para presentar los papeles y recuperarlo, pero no lo hizo, por lo que el pequeño mono pasó a ser propiedad de Alemania y fue enviado a un zoológico.
Un vocero de la Agencia Federal para la Conservación de la Naturaleza dijo que el cantante canadiense tiene una semana para pagar y si no lo hace, Alemania se encargará de cobrarle la próxima vez que desee entrar a ese país.
Bieber ofrece actuación deslucida, luce aburrido
Para toda la publicidad negativa que ha rondado a Justin Bieber los últimos meses— el alcohol, la marihuana, las escupidas, la pelea con un paparazzo y más— el ídolo pop canadiense apareció en el Prudential Center de un modo angelical: vestido todo de blanco, descendió al centro del escenario con alas a los lados mientras casi 20.000 admiradoras gritaban a todo pulmón.
Las chicas tenían la llamada Bieber Fever, la fiebre por Bieber, y no se querían curar.
Aclamaron al cantante de 19 años, que comenzó el concierto del miércoles por la noche con las animadas canciones sazonadas con ritmos electrónicos “All Around the World” y “Take You”. Fuegos artificiales acompañaron su espectáculo, las fans portaron carteles con mensajes de amor a Bieber en cada fila y las luces de los celulares capturando fotos y video brillaron. Si Bieber no se hubiera movido, la arena aún habría estado en frenesí.
Y el cantante se aprovechó de esto en su concierto de 90 minutos. Durante los primeros números, pareció estar doblando y sus pasos de baile, vagos y perezosos, no concordaban con la enérgica de la música. Estuvo mejor interpretando canciones más lentas y baladas. El cantante multiplatino es parte de un grupo de artistas contemporáneos que tienen una plétora de éxitos, pero que no aún han aprendido a dominar por completo el escenario y conectarse de verdad con un público en vivo.
Bieber actuó sin ganas gran parte de su show; de momentos, incluso pareció aburrido. Estaba como marcando tarjeta — un día más, otro concierto completamente vendido (la del miércoles fue su segunda noche en el Prudential).
Cuando interpretó el éxito “Beauty and a Beat”, no pudo seguir el ritmo de los bailarines. Estaba doblando de nuevo — como muchas estrellas pop de hoy que intentan bailar una coreografía decente. Aunque talentoso, Bieber no es tan bueno como Chris Brown, quien también parece doblar pero baila con claridad, precisión y seguridad. Durante “She Don’t Like the Lights”, Bieber apenas se movió al ritmo del tema futurista (quizás los ajustados pantalones de cuero se lo impedían).
El cantante canadiense estuvo en mejor forma cantando temas de R&B en lugar de las canciones más animadas que conforman la mayor parte de su más reciente álbum, “Believe”. Impresionó calentando sus cuerdas vocales antes de cantar la suave “Catching Feelings” y ofreció una vibra de cantautor durante “Fall”, en la que también tocó guitarra. Tocando batería lució más natural, así como interpretando lo que parece ser el himno de su vida, “Never Say Never”, que cantó con gran seguridad.
Su mejor esfuerzo fue “Die In Your Arms”, que toma muestras de “We Got a Good Thing Going” de Michael Jackson. Su voz sonó clara y sus movimientos fueron precisos mientras bailaba.
A lo largo de la noche, videos de Bieber cuando niño se proyectaron en grandes pantallas. Las imágenes que resaltaron: un joven Bieber tocando la batería y cantando.
Las cosas en realidad no han cambiado.