El talento de la escritora británica J.K. Rowling fue puesto en duda innumerables veces.
Su obra cumbre, las aventuras del mago Harry Potter, que le valió la aclamación de los lectores, especialmente los más jóvenes, quienes conformaron una auténtica legión de fans, quienes convirtieron su saga en una de las más vendidas y leídas de la historia.
Sin embargo, fue objeto de duras críticas y del desprecio del sector más elitista del mundillo literario.
Pero Rowling no se ha amilanado ante este panorama hostil y siguió firme los designios de su vocación de escritora, publicando hace poco menos de un año una novela para adultos, titulada Una vacante imprevista.
Con el afán de contrastar la adjetivación de la que había sido objeto por sus anteriores obras en la que se le menospreciaba tildándola de “autora de literatura infantil y juvenil”.
Como si ese calificativo rebajara su calidad literaria o sirviera para devaluar su empeño artístico, algo fuera de lugar como pueden comprobar quienes hayan leído al menos los dos primeros volúmenes de las historias del mago.
Quiso ir más lejos y, con el deseo de volver de alguna forma a los comienzos de su carrera literaria en un género nuevo, trabajando sin publicidad o grandes expectativas que presionasen su labor, decidió dar un giro adoptando una nueva personalidad literaria para escribir una novela negra.
“Siempre me gustó leer novelas de detectives, e incluso la mayoría de las historias de Harry Potter tienen enigmas en su médula, por lo que quería intentar algo más real en ese sentido desde hace mucho tiempo”, dijo Rowling.
Se puso manos a la obra y terminó una extensa novela negra que acaba de aparecer en español, El canto del cuco, firmada por el misterioso Robert Galbraith.
El seudónimo surgió porque deseaba recibir una respuesta sincera, sin adornos, por parte de editores, críticos y lectores. , asegura la escritora.
“Y el resultado ha sido una experiencia fantástica”.
Por desgracia para ella, a una de las pocas personas que conocían su secreto se le fue la lengua y reveló quién se escondía tras el nombre de Galbraith, y lo tuiteó a todo el mundo.
Sobre el hecho de que su verdadera identidad se revelara, Rowling comentó en su momento que lo primero que sintió fue una gran decepción, más que rabia.
La novela tenía sólo tres meses en la calle y había vendido 8 mil 500 ejemplares, pero ya había recibido dos ofertas de productoras de televisión, lo que representaba el mismo impacto que había tenido cuando publicó el primer libro de la saga Harry Potter en el tiempo equivalente.
Ella contó que cuando un periodista del Sunday Times se le acercó sospechando que ella se escondía tras ese seudónimo, tuvo la impresión errónea de que alguien de las compañías productoras de televisión también tenían sospechas.
Y es que no sólo era la única vez que un autor se negaba a encontrarse con la televisión para una adaptación, sino que tampoco había fotos del tal Galbraith en ninguna parte y, además, compartía agente y editor con la famosa J.K. Rowling.
“La noche en que el Sunday Times publicó la historia, surgió alguien de quien jamás había oído hablar que había revelado mi secreto en Twitter.
“Siguieron días muy poco placenteros en los cuales me vi forzada a imaginar quién del pequeño grupo de gente en el que había confiado podría haber pasado la información a alguien que quisiera tuitearla a todo el mundo.
“No podía saber si la posible fuente era un abogado en quien había confiado, así que la revelación me llegó como un shock y una desilusión”, expresa la autora en su página web.
Su plan de escribir bajo seudónimo era mantenerlo así durante un buen tiempo, al menos el suficiente para publicar dos o tres libros del detective Cormoran Strike, héroe de la saga firmada como Galbraith.
“Y mientras ese anonimato duró fue magnífico, porque me divertí escribiendo e investigando sin presión y sin ninguna expectativa externa, y fue maravilloso recibir las reseñas y las críticas cuando la novela se publicó, porque los lectores hablaban de un autor distinto a mí”, agrega Rowling.
El resultado es una novela negra sólida, con personajes vivos y una trama llena de sobresaltos que a lo largo de sus 557 páginas engancha al lector y lo sumerge en un mundo plagado de contrastes y claroscuros.
Ambientada en un Londres actual espléndidamente retratado donde conviven músicos de rap, modelos de pasarela, diseñadores de moda y muchas relaciones ilícitas en las que deambula un personaje inolvidable, el detective Strike.
Es un veterano de guerra con secuelas físicas y psicológicas que recuerda a los personajes más oscuros de Hammett, Chandler y Simenon, con una diferencia: según Rowling, Strike está seriamente tocado en su suerte, pero enfrenta las situaciones con determinación, en lugar de la manida autodestrucción.
Al respecto, la autora explicó que le dio al detective muchas de las cualidades de los militares de los cuales ella misma ha estado muy cerca durante la redacción de esta novela: un carácter fuerte, sentido del humor negro, ingenuidad y capacidad de adaptación.
Aparte de que Strike es un ex policía militar, también es el hijo ilegítimo de un famoso hombre a quien ha encontrado en sólo dos ocasiones, lo que le da a la autora la posibilidad de hablar de forma objetiva y despersonalizada acerca de las rarezas que vienen con la fama.
“Strike es un hombre brillante, pero dañado, quien sigue atado a dos o tres principios que considera sagrados. Trata de arañar una vida mientras tolera una serie de adversidades físicas que a mucha gente le parecerían insoportables, y mantiene una disciplina que muchos no llevarían si estuvieran en su situación”, observa Rowling.
El canto del cuco se teje en torno a una trama suturada a base de golpes de efecto bien medidos, donde no faltan los crímenes sucios, los secretos bien guardados y la psicología de personajes bien trabada.
Además, como ya lo hiciera en sus novelas “para jóvenes”, vuelve a mostrarse como una maestra en la creación de personajes, ya que el elenco de secundarios es sobresaliente.
Empezando por la sexy Robin, la ayudante del detective Strike, que tensará la historia hasta puntos insospechados, donde el corazón da un vuelco y todo se transforma en decepción o apuesta.

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