A tres días de recibir la Medalla Bellas Artes, en el rubro de creación cinematográfica, el cineasta Arturo Ripstein expresó su agradecimiento por esta distinción de la cual se siente honrado, además de reconocer que “siempre es más grato ganar que perder premios… he perdido muchísimos más de los que he ganado”.
Ripstein es el primer realizador cinematográfico en obtener esta distinción que le será entregada el próximo 24 de febrero en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como reconocimiento a su trayectoria, informa un comunicado del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine).
Durante casi cinco décadas de trabajo, Ripstein encontró en el cine el camino de su exploración estética y artística, y sus películas le han valido grandes reconocimientos nacionales e internacionales.
Hijo del productor Alfredo Ripstein Jr., el cineasta se formó en los sets cinematográficos desde que era un niño y cuando era adolescente trabajó como asistente de sonido, edición, jala cables, doble de acción e incluso colaboró con Luis Buñuel en la cinta “El ángel exterminador”, de quien aprendió más cuestiones éticas sobre la creación fílmica que técnicas.
“Con Luis Buñuel me di cuenta de que detrás del cómo se hace, está el qué se hace. Estoy convencido que la manera de contar el cuento, es el cuento”.
Con tan sólo 22 años de edad Ripstein debutó como director en 1965 con la cinta “Tiempo de morir”, a partir de un guión de Gabriel García Márquez y la colaboración de Carlos Fuentes. Este fue el comienzo del cineasta que se convirtió en una figura indispensable para explicar buena parte de las últimas cinco décadas del cine nacional.
A sus 70 años de edad, Arturo Ripstein es un realizador congruente con su propia obra, disciplinado y apasionado, porque como ha dicho en varias ocasiones, él no sabe hacer otra cosa más que filmar, asegura que ha sido la contumacia lo que lo mantiene en el cine, “a veces filmar se vuelve una experiencia placentera, otras veces no, este es un oficio con altas y bajas muy furibundas”.
En noviembre del año pasado estrenó “Las razones del corazón”, su más reciente película, inspirada en la novela de Madame Bovary, de Gustave Flaubert, con un guión escrito por Paz Alicia Garciadiego, su guionista de cabecera desde hace casi tres décadas, de quien afirma, con ella “encontró su otra voz”.
“Una película se acaba cuando haces la siguiente, ya que cuando estás trabajando en el siguiente proyecto se tiene la enorme ventaja de olvidar la previa”, afirma Ripstein, quien ya prepara su siguiente filme, el cual está basado en hechos reales, a partir de un guión original que escribió Garciadiego.
Su obra fílmica se traduce en más de 40 trabajos cinematográficos lo mismo en cortometraje, documental y largometraje, así como materiales audiovisuales para instituciones públicas o telenovelas. Algunas de sus películas más sobresalientes son “El castillo de la pureza”, “El lugar sin límites”, “El imperio de la fortuna” y “Profundo carmesí”, entre otras.
Ganador dos veces de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián por “Principio y fin” y “La perdición de los hombres”, el cine de Arturo Ripstein ha tenido una gran resonancia internacional, lo mismo en Europa que América Latina, donde es considerado un director de culto.
En su cine, habita el gusto por explorar la sordidez, los personajes oscuros sumidos en su propia devastación, los mundos abigarrados, el humor y la ironía, así como el uso recurrente del plano secuencia, que le han dado un toque distintivo a su obra y la ubica en el llamado cine de autor.
Ripstein tiene un gusto formal por la comedia y en cada uno de sus filmes ha intentado utilizar algunos recursos para detonar el humor, el cual para él significa enfrentarse a lo inesperado cotidiano. “La comedia es el género al que mejor reacciono”, pero ha sido el melodrama lo que ha marcado su carrera en el cine.
“El melodrama es muy plástico y flexible, que puede saltar sin tantas restricciones de la comedia a la tragedia, esa plasticidad le da un juego y su propia dinámica”, explica el creador.
Desde 1993, la Medalla Bellas Artes es la máxima distinción con la que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), reconoce a creadores, intérpretes y figuras predominantes del país con una trayectoria sobresaliente por más de 20 años y que con su obra contribuyen a la promoción y difusión de la cultura nacional, por lo que otros de los galardonados del 2013 son el arquitecto Carlos Mijares; el artista plástico Luis Nishizawa; el director teatral y dramaturgo, Abraham Oceransky y la escritora Elena Poniatowska.

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