Lollapalooza, otrora vagabundo del circuito de festivales de música, celebrará sus 10 años en Chicago a partir del viernes, cuando arranque con un cartel que incluye a Eminem, Outkast y Kings of Leon.
“Estamos muy metidos en la idea de ser un evento musical internacional”, dijo el fundador de Lollapalooza, Perry Farrell, en una entrevista reciente. “Pero hay que reconocer que si no fuera por Chicago, esa hermosa vitrina que tenemos, no creo que estaríamos en la posición de la que disfrutamos ahora”.
Farrell, vocalista de Jane’s Addiction, comenzó Lollapalooza en 1991. El festival fue itinerante hasta 1997, cuando entró en pausa hasta 2003. En 2004 tuvo problemas cuando las presentaciones se cancelaron apenas semanas antes por las bajas ventas de boletos. Pero en 2005 Lollapalooza llegó al Grant Park, a la orilla del lago de Chicago, donde recibió a varias decenas de artistas en cinco escenarios durante dos días. El titular del Chicago Tribune al día siguiente decía algo que podría traducirse como “Exitopalooza”.
En su segundo año en Chicago, Lollapalooza creció a unos 130 artistas en nueve escenarios con una capacidad para 75.000 asistentes. Este año los promotores esperan 100.000 espectadores por día, con la misma cantidad de artistas en ocho escenarios. El festival ha crecido en sus años en Chicago, añadiendo puestos de comida que incluyen a chefs gourmet y una sección para niños. También ha recibido a Lady Gaga, Nine Inch Nails, Red Hot Chili Peppers y Coldplay.
Con el tiempo Lollapalooza se convirtió en el modelo del festival moderno que ha evolucionado desde entonces, incluyendo eventos como Bonnaroo, Coachella y una legión de fiestas más pequeñas de varios días. Este año Lorde, Skrillex, Calvin Harris y Nas son algunas de las estrellas.
En 2005 las autoridades de Chicago decidieron permitir que Lollapalooza se apoderara de su adorado Grant Park. Ahora lo consideran una decisión sabia, pues ha beneficiado a la ciudad económica y culturalmente.
“Se ha vuelto una herramienta para proyectar la imagen de Chicago a nivel mundial”, dijo Don Welsh, presidente y director general de Choose Chicago, la organización de turismo y convenciones de la ciudad. “Lollapalooza se ha vuelto sinónimo de Chicago”.
El año pasado, dijo Welsh, la organización estimó que el impacto económico de Lollapalooza en Chicago fue de 140 millones de dólares. Por primera vez este año la ciudad y los promotores de Lollapalooza trabajaron con socios turísticos en mercados internacionales para poner boletos a la venta alrededor del mundo.
Y las autoridades de los parques de Chicago dicen que las ganancias por el festival han servido para mejorarlos y para programas educativos y culturales.
Pero al tratarse de un festival de tal magnitud no todo ha sido perfecto. Una tormenta que pasó por Chicago en 2012 interrumpió Lollapalooza, obligando a los promotores a cambiar la programación. Además, por lo menos dos veces el parque quedó hecho un lodazal dañado por el festival, aunque los promotores pagaron por las reparaciones.
Farrell dice que Chicago no le ha puesto impedimentos ni cuellos de botella.
“Sólo por estar en Chicago lucimos increíblemente bien”, dijo. “No tengo más que palabras de agradecimiento y adulación y quiero hacerle bien a Chicago”.

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