Ésta no fue una clínica normal.
Los cerca de 30 fans que escucharon a Alejandro Marcovich en su Master Class, en Rock Station Bar, quedaron fascinados por conocer el mundo público y privado de uno de los guitarrista más importantes de México. 
No vino a darles la receta para ser un buen músico, mucho menos para ser un ‘rockstar’, más bien fue un llamado a mejorar su técnica y creer que con disciplina todo es posible.
Lili Faith, una de las oyentes, calificó la experiencia como punto de partida dentro de su joven vida como guitarrista, para ella, más que acordes o partituras, el aporte de Marcovich va mucho más allá que su papel como músico, sino como una persona sensible.
“Nos preguntó que quiénes éramos guitarristas, y no se basó mucho en eso, sino que explicó cosas básicas y se enfocó a hablar de su trayectoria, influencias, preguntas que le hacían sus fans. Él decía que el músico se hacía de ‘feeling’ y no por instrumentos caros o de marcas”, comentó.
Marcovich no teme admitir que comenzó su carrera como guitarrista de Laureano Brizuela, Kabah o Timbiriche, para él, un músico debe ser capaz de exprimir y aprovechar cada experiencia que se le presente. Ahí fue donde adquirió disciplina y madurez para cumplir con su papel como profesional.
Poco a poco la clase tomó un nivel de intensidad, que provocó al guitarrista a dar sus comentarios en torno a la escena y su paso por Caifanes, banda que dejó meses atrás por incompatibilidad de talentos.
“Yo no me fui de Caifanes, me llegaron con una carta diciendo que ya no me necesitaban, nunca me ha gustado desmentir a nadie, yo soy un músico que me dedico a lo mío. Justo cuando estaba a punto de salir de Caifanes grabamos algo, Saúl y Alfonso se fueron al cine y me dejaron grabando las guitarras, cuando regresaron dijeron que acaba de grabar unas guitarras impresionantes, pero que querían que hiciera la letra más rockera, de ahí la relación como músicos terminó”.
Como un artista que propone; que tiene su mismo toque… así es como se define el propio músico.
“Todo el mundo cataloga al rock latino como Carlos Santana porque él tiene un estilo y si no suenas como él, creen que no eres chido, tienes que hacerles creer lo contrario”.
Marcovich explicó que en los álbumes “El Diablito” y “El Silencio” no pudo aportar mucho de su sensibilidad, fue hasta “El nervio del volcán” cuando finalmente brinda un toque de folclor ‘Argenmex’ a sus composiciones.
La recomendación final fue a luchar por una identidad propia, por verse al espejo como una unidad y no buscar  parecerse a otros. Nunca imitar, porque cuando el músico se encuentra a sí mismo, tiene más de la mitad de la batalla ganada.
Alejandro Marcovich dio un espacio para sus seguidores, firmó discos y se tomó fotografías con ellos.

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