El papel de las escuelas de cine ha sido tema de varios realizadores mexicanos en los últimos años.
Alfonso Cuarón, ganador del Oscar por su trabajo en “Gravedad”, consideró que sirven para hacer relaciones laborales a futuro, como fue el caso con su compañero, el ahora cinefotógrafo Emmanuel “Chivo” Lubezki.
El realizador Felipe Cazals (“Canoa” y “El apando”) ha dicho que dos meses son suficientes para aprender lo que debe saberse y lo demás es en el campo.
Amat Escalante (“Heli”) apenas tomó talleres de cine y ya ganó reconocimiento en Cannes.
Por su parte, Carlos Reygadas (“Luz silenciosa”) y Alejandro González Iñárritu (“Babel”) no tienen formación escolar en el séptimo arte y apenas el mes pasado, Alejandro G. Alegre, quien estudió Comunicación en la UAM, ganó el festival de Feratum con su cinta “Paciente 27”, que pronto será mostrada en cines.
“Estas nuevas generaciones ya han nacido con un set de herramientas para mí impensables cuando era chavo; podría dar el argumento de que estas generaciones no necesitan estudiar cine, crecieron viendo documentales, conociendo los tecnicismos de cine, crecieron con videocámaras”, expresó Cuarón en abril pasado.
Cineastas mexicanos evitan la escuela
Cineastas mexicanos han sido ejemplos de éxito, sin que tengan una educación cinematográfica. La experiencia en el medio ha ayudado para hacer filmes.