Neil Patrick Harris ya da muestras de lo divertida que será la conducción de los premios Oscar, evento del que el actor es anfitrión, ocupando el lugar de Ellen DeGeneres.
Y es que el actor de la serie “How i met your mother”, se convirtió en el Oscar de este año, para la portada de la revista Entertainment Weekly, donde aparece cubierto de pintura dorada.
Críticos aseguran que el actor hará una extraordinaria interpretación como host del Oscar, pues conociéndolo, la premiación se convertirá en algo divertido y lleno de música.
En entrevistas previas, Patrick Harris ha dicho que está buscando realizar un programa “hilarante”, además de que espera realizar chistes de buen gusto que nada tengan que ver con los escándalos de Hollywood.
“Es un animador consumado. Su encanto y sus dotes teatrales le hacen el presentador ideal”, dijo la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, de cara a la gala del próximo 22 de febrero.
Parece que muchos opinan como la presidenta, porque Harris ha presentado dos veces la gala de los premios televisivos Emmy y cuatro veces la de los teatrales Tony.
Sin embargo, aunque ya tiene experiencia en conducción de importantes galas, el actor admite que está estresado.
“Tengo que admitir que estoy nervioso, pero es mucha menos presión que estar nominado”, dijo al diario “The New York Times” Harris, que considera que presentar los Óscar es “un sueño hecho realidad”.
TODO PUEDE PASAR
El año pasado, con DeGeneres al mando, se alcanzaron 45 millones de espectadores en Estados Unidos, más de 1.000 millones de comentarios en twitter y 25 millones de interacciones en Facebook, según la Academia.
El “selfie” de DeGeneres con algunas de las principales estrellas del cine fue la foto más retuiteada de la historia: 32,8 millones.
Harris, como DeGeneres, forma parte de ese selecto club de presentadores profesionales con todos los atributos para conducir galas y entre los que podría incluirse también a Hugh Jackman, Chris Rock, Jon Stewart, Billy Crystal, Tina Fey y Amy Poehler. Todos ellos capaces de gustar a una audiencia amplia, generalmente más interesada en el show en sí de tres horas que en si uno u otro ganan la estatuilla.