Cuando anda metido en canción y se encuentra como un rey en la Guadalajara de sus cantinas, sus perdiciones, su familia y sus amores, a Fher Olvera le gusta contar anécdotas jugosas bien coreadas por sus otros tres compañeros de Maná.
Fuera del estudio donde habitualmente trabajan y han concebido parte de su nuevo disco, “Cama incendiada”, les da por recordar la siguiente historia. Los protagonistas: el grupo mexicano y Bono (U2). Escenario: la macrojuerga crossover que se montó en 2007 en Módena (Italia) para homenajear a uno de los tenores más descomunales del siglo XX y que llamó Pavarotti and friends. Ahí va.
“Estábamos en Italia y habíamos llevado una botella de tequila de acá, de Guadalajara, así, grandiosa, calidad suprema. Venía en una caja que parecía una Biblia. De hecho, Bono nos dijo al verlo: ‘It looks like a Bible…’. Le contamos que se lo traíamos directamente de la tierra del tequila. Agarro la botella y suelto: ‘Aquí, en este líquido oscuro, está el sol de México, la lluvia, la tierra, el viento, el canto de los pajarillos y también alguna que otra meada de un campesino mexicano…’. Tantito antes le había dicho que también la botella guardaba los sueños de todos nosotros. Hubiera sido grandioso como cierre, pero tuve que rematar con algo más chistoso”. Continúa Fher. “Vi que le empezó a dar con singular alegría. El tequila, tú sabes que es bravo, se te sube y chinga la cabeza. Hablábamos de por qué él le había dado la mano a Bush y nos respondió: ‘A veces, por una buena causa hay que saludar hasta al diablo’. Nos tocaron en el camerino y nos largamos para agarrar buen lugar en la fotografía de grupo, por si luego en México no nos creían. Ahí nos pusimos en primera fila… Pero no estábamos todos. Faltaban Sergio y Juan, que traían a Bono a rastras. ¡No mames! ¡Y era la estrella!”.
No hablan del único gran divo del pop que les admira de corazón. Es el caso también de Coldplay, cuyos miembros han asegurado alguna vez envidiar la soberbia energía de su directo, o más a mano, entre los latinos, auténticas leyendas como Carlos Santana, Rubén Blades, Juan Luis Guerra, Miguel Bosé o, ahora, Shakira, emocionada por el ofrecimiento que le hicieron de grabar “Eres mi verdad” para “Cama incendiada”. Se trata de un trabajo que concibieron entre Puerto Vallarta y Guadalajara, donde nos reciben en su estudio de grabación.
Verdadero carisma
La fascinación que levanta Maná entre colegas de campos, estilos, mundos distintos pero aglutinados en torno a ese espacio común del rock y el pop queda fuera de toda duda. Las cifras cantan. Se trata de la banda de rock hispana que sustenta el récord de venta de entradas: 12 millones. Por no hablar de sus 40 millones de álbumes vendidos en más de 40 países entre los nueve títulos de su discografía.
Pero también su generosidad, su magnánima e inquieta mano tendida hacia lo que consideran el mero goce de la música los convierten en una banda carismática con la que quieres sí o sí, seas mito o principiante, colaborar al menos una vez en la vida.
Lo que ya extraña más son otro tipo de pretendientes. Aquellos que aportan al grupo de Guadalajara, con sus casi 30 años a cuestas –una longevidad que va camino de convertirles en los Rolling Stones latinos–, otra dimensión. El flirteo de políticos dispuestos a tomarse la foto con ellos, caso de Barack Obama en su última campaña presidencial, fue la prueba evidente de que la influencia de Maná viaja mucho más allá de la música.
No se trata de una banda amiga de empujar ni apoyar explícitamente a ningún partido o a cualquier líder en alza. Tienen sus preferencias personales y no les importa levantar la voz en pro de lo que conjuntamente creen. Pero no a cualquier precio. Otros lo han intentado y han salido con un: “No, gracias”. Como le ocurrió en vida a Hugo Chávez, que les ofreció su millón de dólares sobre la mesa para actuar en una fiesta privada. Imposible.
Sin embargo, aquella implicación cargada de intenciones como apuesta por Obama los ha convertido en un auténtico poder dentro de su ancho, creciente, pujante y casi inabarcable mundo de identidad hispana a nivel global. En un puro poder latino.
Por la inmigración
Con la aquiescencia de sus cuates, Álex González (batería), Sergio Vallín (guitarras) y Juan Calleros (bajo), Fher Olvera lo explica: “Seguimos comprometidos en el ámbito social, con nuestras ideas sobre cómo contribuir a la mejora de las cosas, bien con el medio ambiente, bien en ciertos temas políticos. El compromiso más alto que teníamos era, en ese caso, con aquella gente: los emigrantes”. Aunque no se han librado de juicios adversos: “Nos han criticado por eso, por ir con Obama. Nos decían que por qué no nos plantábamos en México ante el presidente Peña Nieto y le soltábamos todas sus cosas.
Pero apoyar a Obama era tomar partido por sus políticas generales y, sobre todo, por la inmigración. Poder hablar con el presidente de Estados Unidos resultaba una oportunidad y un privilegio en beneficio de ese colectivo a través de nosotros”.
Fue algo que impusieron para dejarse hacer la foto a su lado. Cuando les contactaron, propusieron un sencillo posado junto al candidato en Las Vegas allá por octubre de 2012. Pero ellos pidieron tiempo para hablar cara a cara con él y plantearle su condición: la regularización migratoria, asunto que cumplió. “Sin eso, no había trato. Tardó. Más adelante, tuvimos otro encuentro en la Casa Blanca e insistimos. Comprobamos que no había roto la promesa. Finalmente, lo hizo”.
Álex lo comenta un tanto asombrado: “Hacemos las cosas naturalmente, no las reflexionamos mucho”. Aunque el regio baterista –uno de los mejores en activo a escala mundial–, dedicado padre de familia, médium del rock duro y fundador junto a Fher de la banda, se muestra escéptico. “Si los Beatles, con todo su poder, no lograron arreglar el mundo, una banda de Guadalajara, tampoco. Podemos concienciar. Hoy en día, con esta cosa a mano tan sencilla como un teléfono, con la que nos es fácil denunciar, filmar y comunicar al instante, no hay barreras. Seguimos nuestro feeling, sencillamente”.
¿Y de México?
“Ahí el problema se ha politizado mucho. Cuando Peña Nieto dijo, queriendo minimizar, bueno, ya superemos eso, me indigné: ¡Tú no le puedes decir eso a un papá! ¿Dónde está mi hijo? Mira, se me pone la carne chinita. ¿Qué falta de sensibilidad es esa?”, se pregunta Olvera. “Yo estaba muy indignado por estos chavos”.
El mundo arde en licitaciones, restricciones, conflictos en ebullición o aplazados, entre los que estos músicos andan al tanto o directamente implicados.
Lo mismo que abrasan sus ganas de aparecer en España tras la gira que han realizado en EU, con llenos en 15 conciertos. Empezaron este 21 de agosto en Tenerife y terminarán el 9 de septiembre por Bilbao, para posteriormente llegar a la Capital del Calzado en noviembre.
Nuevo álbum
Maná llegará con un disco caliente, sabroso, en el que han vuelto a su esfera esencialmente rítmica, deseosos de apartarse de cierta zona oscura cuyo resultado fue “Drama y luz”, su anterior trabajo.
“Cama incendiada” ha resultado un artilugio que invita de nuevo al mestizaje de calipsos, regués, ritmos funk y potentes directrices de rock duro con la puerta abierta a lo esencialmente mexicano. Si antes sus raíces venían del aire que les proporcionaban José Alfredo Jiménez o Chavela Vargas, entre otros tantos, ahora llega con el vendaval reivindicativo que para ellos son, por ejemplo, Los Tigres del Norte.
La versión punk que se marcan de Somos más americanos no tiene desperdicio. “Son nuestras primeras estrellas, me acuerdo cuando era niño, llenaban los estadios en México y EU”, comenta Vallín.
Los Tigres encajan en ese fascinante encuentro de todas las músicas, entre las que sobresale como siempre toda la personalidad desacomplejada y dotada del torrencial poderío con irresistible capacidad de arrastre llamado Maná. “La filosofía nuestra es hacer un disco bueno de la A a la Z, aunque cueste dinero, porque mejor no te digo a cuánto nos salió. Y esa ha sido la cosa”, comenta Olvera.
“Somos cuatro personalidades que escuchamos mucha música, en algunas cosas nos ponemos de acuerdo y en otras no, es normal, a veces de esa tensión salen cosas buenas”, afirma Álex González.