Robert Downey Jr. es el epicentro de la revolución Marvel. Sin él y sin el éxito que consiguió en 2008 con la primera película de “Iron Man” el universo de los superhéroes sería muy diferente.
También es el actor mejor pagado de la industria. Lleva tres años consecutivos embolsándose más de 80 millones de dólares anuales tras hacer historia con un sueldo que llegó a 50 millones de dólares a su paso por “Los Vengadores”.
De artista contracultural a paria consumido por las drogas convertido ahora en una estrella megacomercial. Un ave fénix que se está haciendo de oro presentando su último trabajo en “Capitán América: Civil War” —estrenada este fin de semana en la ciudad— y que, mientras disfruta de su éxito, solo habla de un tema tabú en Hollywood: hacerse mayor.
“Estoy seguro de que un día de estos seré abuelo. Y lo estoy deseando”, afirma el galán babeando por contar con una nueva generación de Downeys. Tiene 51 años y tres hijos: Indio, de 22, fruto de su primer matrimonio con la actriz Deborah Falconer —con quien estuvo casado poco más de una década—, y Exton y Avri, de 4 años el varón y poco más de un año la niña, que tuvo junto con su actual esposa, la productora Susan Downey con quien se casó en 2005, un año después de su divorcio.
‘Ya soy un cincuentón’
El otro lado de los 50 todavía no ha hecho mella en su físico ni en su ingenio, pero sí en su madurez. Aunque sus demonios siguen ahí, sus adicciones y, sobre todo, su tono vital se van calmando. Existe una mayor aceptación personal. “Parece que la máquina está arreglada”, dijo hace un año. “Ya soy un cincuentón que se piensa más las cosas. Para bien o para mal llevo años dando de qué hablar. En los años ochenta y especialmente en los noventa”, añade pensando en esa década de éxitos, como “Chaplin” (1992), y esa otra de fracasos en la que, como bromeó Ricky Gervais durante unos Globos de Oro, Downey Jr. era más conocido por su relación con las drogas que por su filmografía. “Supongo que ahora que puedo pagarme la renta y que estoy en una relación que funciona he alcanzado una cierta madurez y no quiero malgastar mi tiempo lejos de la familia”, resume.
Y más allá de sus compromisos con Marvel o de sus deseos de llevar a buen término la tercera entrega de “Sherlock Holmes”, el sello Downey piensa dar muestras de su poderío produciendo filmes para nuevos talentos y quizá siguiendo los pasos de su padre detrás de la cámara. “No sé si lo llamo reinvención pero habrá que aprovechar mientras me queda algo de energía”, agrega.
‘Puedo escribir un libro de autoayuda’
Pero en esta reinvención, como abuelo, como director, como mecenas, le siguen acechando las mismas sombras. Ni el perdón por sus delitos que le concedió las pasadas Navidades el gobernador de California frena la conversación sobre sus años de adicción y cárcel. Y los problemas de su hijo mayor con las drogas no ayudan a borrar este recuerdo. La única diferencia es que ahora lo lleva con humor. “Si todo falla, siempre puedo escribir un libro de autoayuda”, bromea.
Más en serio prefiere recordar que su experiencia no tiene nada de singular: “Todos renacemos de nuestras cenizas alguna vez en nuestras vidas, algo que cuanto más estoy en contacto con otros más me doy cuenta de que estamos en el mismo barco”.