Hay quienes celebraron el haber perdonado a su madre, salvado su matrimonio o terminar una relación, al final todo se resume a lo mismo: comenzar “¡A Vivir!”

El actor, productor y empresario Odin Dupeyron presentó en León su exitosa obra, que tras más de 10 años de representaciones (parte de ellos en el Teatro Manuel Doblado), cambió su formato teatral a uno masivo en el Domo de la Feria. 

Esta ocasión fue especial, y el público no falló, más de 2 mil 500 personas se reunieron en el recinto para escuchar a “Marciano”, protagonista de una historia convertida en monólogo bajo la premisa: “Aquí el problema no es que no se acabe la vida, sino se aprende a vivirla demasiado tarde.” 

A las 8:15 de la noche y con los gritos del partido del equipo León a pasos, la función comenzó. Dalilah Polanco gran amiga y cómplice de Odin, fue la encargada de la presentación. 

Tras el acto, fue momento para acurrucarse en su lugar y asentar con la cabeza a situaciones que fueron como espejo en la vida de muchos. 

“¡A Vivir!” está dedicada a todos los que luchan día a día por ser libres, felices, auténticos…que quieren irse de este mundo mejor de lo que llegaron. 

El histrión demostró su paso triunfal por crisis económicas, malos augurios, cambios de gobiernos o hasta la influenza; escrita como un grito hacia la libertad, Odin presta su cuerpo a “Marciano” un hombre en la lucha de mantener su vida y convicciones, la mayoría influenciadas por su madre. 

Por más de 120 minutos, “Marciano” los trasladó por su mundo en la niñez, adolescencia y juventud, etapas en las que no encaja y luchar por mantener su identidad. 

Decenas de leoneses se dieron cuenta que sólo se vive un tiempo limitado en esta vida, y malgastarla en orgullos, malos entendidos o limitaciones no es lo más inteligente. 

Padres, madres, hijos, abuelos, se mantuvieron atentos a frases como “El futuro será únicamente ese momento en que te arrepientas en no haber hecho lo que debes hacer hoy por ti”. “Es que yo quería hacerlo todo, pensaba que si en la vida te defines para toda la vida, corres el riesgo de equivocarte para siempre”.

“¡A Vivir!” replica esas preguntas que llegan a la mente: ¿me estoy dedicando a lo que quiero?, ¿estoy viviendo la vida que pensé?, ¿hasta cuándo voy a soportar lo que me hace daño?; Dupeyron no pretende vender dogmas de superación, pero sí invita a reflexionar sobre muchos de ellos; es un vuelco a la realidad y cuestionarse sobre la propia existencia. 

Sin intermedios, y minutos antes de las 11 de la noche, el espectáculo terminó, Odin regresó a su cuerpo y los aplausos comenzaron. Al final agradeció por ese tiempo juntos, por mantenerse como manada. 

“Su presencia aquí, es el aullido que confirma que en este mundo…no estoy solo”, finalizó. 

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