Unidos en espíritu y armonía, rodeados de amor y felicidad es que la tarde de este sábado Aislinn Derbez y Mauricio Ochmann iniciaron su vida juntos como marido y mujer. 
La localidad de Amatlán del municipio de Tepoztlán, la vista del Tepozteco, de la vegetación y de la tranquilidad de sus alrededores, fue el escenario para la boda de los actores. 
Entre actividades de relajación y la búsqueda de la conexión espiritual es que los amigos, los familiares y los testigos del amor entre Aislinn Derbez y Mauricio Ochmann disfrutaron de las sorpresas preparadas por los novios. 
Alejados del ajetreo y hasta de los flashes de la prensa, la boda logró conservar su intimidad. Lo cual se pudo, en su mayoría, gracias a los pobladores de la localidad de Amatlán. 
Ellos, a través de la defensa de sus usos y costumbres, no permitieron que ningún extraño merodeara en los alrededores, ni por el cerro, ni por la carretera. 
Gracias a su férrea convicción de no permitir que nadie lucre con sus bellezas naturales ni su tierra, aminoraron el trabajo de todos los elementos de seguridad tanto del hotel como de las celebridades invitadas a la reunión. 
El personal del hotel no tuvo que hacer mucho para ahuyentar a la prensa, con las amenazas de los pobladores bastó. Y mientras eso sucedía afuera, adentro la felicidad y la vista formaban parte del momento mágico de los enamorados. 
La fiesta tendría música y flores, luces y diversión, porque a pesar de la espiritualidad y del yoga, también habría risas, pues el legado Derbez se haría presente. 
Entre vegetación, aguas de fuentes y la emoción de comenzar su historia juntos es que el ambiente fluyó. 
 

 

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