Juan Gabriel, el hombre que compuso mil 800 canciones y recorrió América cantando durante 45 años, también sabía guardar silencio. Al ídolo de México, fallecido el domingo pasado en California tras un infarto, le gustaba rodear de misterio su vida personal. El cantante, fallecido a los 66 años, nunca quiso hablar de su sexualidad. Un tema que zanjó en 2013 con esta frase: “Lo que se ve no se juzga”.
Alberto Aguilera Valadez, nacido en un pequeño pueblo de Michoacán, creó un personaje que se ha convertido en leyenda. Cuando Juan Gabriel comenzó a tener éxito, a principios de los 80, se convirtió en objetivo de la prensa. Medios publicaban fotos de sus presuntos amantes. Se desconoce quién fue, además de la música, su gran amor. Su llegada a Ciudad de México en 1967, cuando tenía 17 años, lo liberó y pudo alejarse de los prejuicios provincianos que había sufrido en Michoacán y Ciudad Juárez, la región fronteriza donde pasó su adolescencia. En la capital, un travesti lo presentó a Anathan Briss, que fue su pareja y su publicista al inicio de su carrera.
Juan Gabriel nunca pudo sacudirse los convencionalismos de la sociedad mexicana. Tuvo varios impulsos para casarse y formar una familia. Era su forma de romper con su cruda infancia, marcada por la muerte de su padre cuando tenía escasos meses y por el hogar roto después de que su madre lo enviara a un albergue en Juárez.
La cantante de música ranchera Aída Cuevas ha contado que Alberto Aguilera le propuso matrimonio en tres ocasiones para ayudarla a ella y a su hijo en momentos difíciles. “Era un hombre muy protector, siento que me veía más bien como hija”, señaló la artista.

La paternidad, su obsesión

Cuando tenía 32 años de edad adoptó a quien sería su primer hijo, Alberto Aguilera II. Seis años después, blindado por la solvencia económica que le brindó el tema “Querida” con el que vendió 16 millones de discos, se mudó con Laura Salas, una de sus amigas más antiguas y más queridas.
En 1988, la pareja adoptó un hijo más, Iván Gabriel, que hoy tiene 28 años de edad, ahijado de la cantante española Isabel Pantoja, y quien llevó varios asuntos laborales de su padre en años recientes. A esta le sucedieron tres más: Joan Gabriel, en 1989, diseñador gráfico; Hans Gabriel, en 1990, músico, y Jean Gabriel, en 1991, hoy estudiante de cine.

Ambigüedad

Juan Gabriel nunca confirmó si sus hijos habían sido biológicos o no. “Son adaptados a mí porque quieren a su padre tal como es”, aclaró a un periodista hace algunos años. 
También guardó silencio sobre la caótica vida de Alberto Aguilera II, su primogénito. En 2010, con 42 años, fue encarcelado por asaltar a un familiar, poseer drogas y un arma de fuego. Héctor Alberto Aguilera, su primer nieto e hijo de Aguilera II, también fue detenido ese mismo año junto a Joan Gabriel en El Paso (Texas) por robar una camioneta y una tarjeta de crédito. Héctor Alberto, de 23 años, murió de una sobredosis 2 años después.
Cinco hijos y Laura Salas, su compañera, son los herederos de una fortuna que no ha sido revelada. 
Se dice que a Juan Gabriel no le gustaba hospedarse en hoteles, por lo que hacía numerosas inversiones en bienes raíces. Tuvo una lista de 30 propiedades repartidas en EU y México. Al menos una decena de ellas las heredaron en vida sus hijos y Silvia Urquidi, amiga y representante.

Entre Cancún y Miami

El cantante donde más tiempo pasaba era en Cancún, Quintana Roo y en Miami. También tenía un rancho de 100 hectáreas en Parácuaro, su pueblo natal, y otro más pequeño en Santa Fe, Nuevo México. Contaba con pisos en Santa Mónica y Los Ángeles, casas en El Paso y terrenos en San Carlos. 
Sus cenizas, sin embargo, descansarán en la chimenea de la primera casa que compró en Ciudad Juárez. El mismo hogar que su madre limpió años atrás para una familia acaudalada. El cantante disponía de un avión valorado en 20 millones.

605 canciones

Juan Gabriel era también un generoso derrochador. Alejandro Peimbert, uno de sus sastres, confesó que el artista pagaba hasta 8 mil dólares por los exóticos trajes que utilizaba en sus actuaciones. Era un lujo que podría permitirse. 
Se dice que en los años más recientes cobraba un millón de dólares por cada presentación. En 45 años de carrera ofreció unos 15 mil  conciertos. La Sociedad de Autores y Compositores de México no ha revelado cuánto generaban en royalties las 605 canciones que el cantante registró en México. Se calcula que cada minuto una canción del Divo de Juárez suena en una radio de América Latina.

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