En el marco de la cuadragésima cuarta edición del Festival Internacional Cervantino se presentó “La fe de los cerdos”, puesta en escena por la compañía Teatro de los Sueños.
¿Cómo puede uno tratar de no ensuciarse cuando se vive entre la basura? La obra cuenta la trágica historia de Fabián, un miserable elevadorista cocainómano que vive en medio de un caos. 
Su vida se desarrolla entre brutales situaciones que le obligan a repensar su destino y a ser el redentor de su propia fe.
Ante la desesperanza de lidiar con sus cuñados narcotraficantes y su esposa incestuosa, y sospechando que el hijo que tiene con ella no es suyo (al punto de intentar venderlo a una doctora adinerada), en uno de sus desquiciantes pasajes de locura -y ennegrecido humor escénico-, agobiado por su humanizada y sensual conciencia, buscará asesinar a toda la familia. 
Una historia repleta de emociones, donde no se sabe si reír o gritar de rabia, si burlarse del optimismo o hacerlo del pesimismo y donde la diferencia entre la locura, la desesperanza y la fe, puede reducirse a los actos de “comer”.
Con una escenificación llena de movimiento claroscuro y un grupo de sogas para horca en medio del lugar, esta pieza permite ver el lado oscuro de una familia “común”, la amargura de la venganza, la desalmada violencia del abuso sexual y las demenciales enfermedades provocadas por la adicción a las drogas. 
Todo ello es tratado con turbado realismo y aderezado humor negro. 
El impresionante trabajo de los jóvenes actores cuaja la desconcertante obra, aislando y encarnando los componentes de la ironía y la contradicción humanos.

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