Hace diez años, nadie habría apostado por el cine hablado en ruso (ni en lenguas eslavas, en general) como pieza relevante en la industria global fílmica ni en el circuito de festivales. El que Cannes tuviera, en 2007, a dos cineastas rusos en la competencia oficial (Aleksandra, de Sokurov; The Banishment, de Zvyagintsev), se consideró una coyuntura casi accidental.
Hoy, cuando la ex Unión Soviética pasó de ser un territorio pasivo a protagonizar tensiones de primera plana en la geopolítica mundial, el festival de La Croisette vuelve a ser caja de resonancia del estado global.
A la celebrada Loveless del oscarizado Andrey Zvyagintsev, se sumaron ayer A Gentle Creature (Krotkaya), del ucranio Sergei Loznitsa, y Closeness (Tesnota) de Kantemir Balagov; la primera, en competencia, y la segunda, en Una Cierta Mirada, son dos películas de alcance y registro distintos y distantes, pero que coinciden en el examen horrorífico de una sociedad civil consumida por las deformaciones de su vida política, que se traducen, en la visión de sus realizadores, en cotidianidad irrespirable.
Que las tres coincidan casi en el mismo argumento (alguien que busca desesperadamente a alguien más, un hijo perdido, un hermano secuestrado, un esposo en prisión), amerita un análisis de largo alcance sobre lo que esto dice de Rusia.
Las tres, también, dibujan la psique de seres mínimos, casi anónimos, aplastados por algún fantasma omnipresente y omnipotente: el Estado, el pasado, el terrorismo. Si, como se intuye, Zvyagintsev o Loznitsa reportan algún premio principal en Cannes, se rompería la sequía en el Festival: la última vez que un ruso ganó la Palma de Oro fue en 1958, para Mikhail Kalatozov.
Más allá de la anécdota, el premio implicaría un espaldarazo del festival hacia el cine eslavo hecho fuera de las estructuras institucionales y económicas del cine oficial. La idea parece sustentada por el hecho de que las tres películas seleccionadas estén financiadas por organismos de Europa occidental, como Arte, Canal+, Wild Bunch o Les Films du Losange, sin apoyo estatal ruso, e incluso por el reclamo reciente de Emir Kusturica, debido a que, en opinión del cineasta serbio, su filme On The Milky Road habría sido excluido de Cannes debido a su respaldo público hacia Vladimir Putin. Cierto o no, la difícil relación entre Cannes y la antigua URSS tendrá mañana un nuevo episodio.

 

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