León, Guanajuato.- El Teatro Manuel Doblado lució vigoroso con el lleno evocado por el musical ‘Siete Veces Adiós’ dirigido por el famoso Alan Estrada y que llegó para mover fibras sensibles de quienes tenemos historias de corazones rotos.
A las 6:15 de la tarde se apagaron las luces y apareció ‘Lamore’ aquella alegoría al amor que contó desde su perspectiva cómo vemos y vivimos ese sentimiento avasallante.
El musical hecho con el corazón -roto, por cierto- llegó a León como parte de su gira 2023, pues la mayoría de su temporada la desarrolla en la Ciudad de México.
Para esta ocasión, Sylvia Sáenz y Carlos Ferro hablaron de su historia a 7 años de relación, una que se fue desgastando con el tiempo y que llevó a redimensionarse. Lo curioso, es que muchas parejas atraviesan por conflictos pasados los 7, 14 años de relación, lo que fue motivo de controversia entre aquellos que se encontraban en el teatro en la primera función.
César Enríquez como Lamore es respetado, en ocasiones odiado y puesto en su lugar, como el causante de aquellos dolores insufribles que la medicina moderna no ha podido atacar.
Con diálogos cortos, que se complementan con la banda formada de piano, cello, guitarra, bajo, batería y voces, las dos horas pasan como con agua.
La historia maneja un lenguaje fluido, coloquial, con guiños a situaciones que muchos pasamos y que tal parece son requisitos para ‘graduarse como adulto’.
Las preguntas que muchos hacemos en torno al amor llegaron a la mesa, se redondean y callan con los claroscuros de la decisión unilateral de dejar una relación.
Él aguarda sigiloso respetar ‘el tiempo solicitado’, en 30 días, escribe siete cartas para recordar aquellos momentos, historias, olores, sabores y soundtracks de una relación.
El contacto cero se rompe con una solicitud de ella, ahí surge una propuesta, que ella acepta a fin de darle una segunda oportunidad al amor.
Siete sobres, siete sabores, siete emociones y códigos de pareja que son sacados del olvido.
Escrita también por Alan Estrada y Salvador Suárez Obregón, el texto logra su cometido: elevar la llama del amor y cuestionarse de la historia propia.
La dirección escénica y equipo creativo, no le piden nada a nadie, al contrario.
A las 7:30 de la tarde se llamó al intermedio, uno con duración de 20 minutos y que se reanudó a las 7:48 de la tarde.
Al final, el público agradeció, se levantó de sus asientos y aplaudió las dos horas de dudas, preguntas y emociones que “Siete Veces Adiós” levantó en sus mentes.