Guanajuato.- “Ni modo de hacerme de la boca chiquita” fueron las primeras palabras del artista Guillermo Velázquez miembro fundador de Los Leones de la Sierra de Xichú, al enterarse que ganó el Premio Nacional de las Artes otorgado por la Secretaría de Cultura.
En un espacio en calma, después de días de bullicio por la gira de Los Leones de la Sierra, don Guillermo platicó lo que significa este reconocimiento.
Pero antes, quiso enviar un mensaje a sus ancestros, a sus maestros, y a todas aquellas familias que durante 40 años confiaron en ellos para invitarlos a sus duelos, quebrantos y a alegrar sus fiestas.
A nombre de la poesía oral de todos los tiempos y de los viejos músicos y poetas huapangueros de quienes recibí yo el legado de la tradición del huapango arribeño y que, mereciéndolos mucho más que yo, no pensaron nunca en premios o escenarios ni los pretendieron jamás”, fueron las palabras que Guillermo lanzó para emular el ‘honor a quien honor merece’.
Cabe mencionar que este premio se otorga a quienes han contribuido a enriquecer el acervo cultural del país, o el progreso de la Lingüística y la Literatura, las Bellas Artes, la Historia, las Ciencias Sociales, la Filosofía, las Artes y Tradiciones Populares, así como a las expresiones artísticas en general.
El también compositor, músico e investigador, fue exaltado por la recuperación, vinculación regional y transnacional que su trabajo ha dado a un género lírico musical complejo, como el huapango arribeño, resignificando su sentido identitario y proyectándolo a las nuevas generaciones. Su postulación fue por parte de la Dirección General de Culturas Populares.
“No lo tomo a modo personal, porque así no son estos premios, sino que cada quien va aportando en el tiempo que le toca vivir una parte a la misma tradición. No empieza en un individuo ni termina en él, no lo recibo porque tengo méritos individuales, no es que sea yo un artista excepcional”, resaltó.
Nacido en la Ciudad de México, Velázquez Benavidez creció y comenzó su formación musical en Xichú, Guanajuato, donde conoció y desarrolló su pasión por el huapango arribeño.
Es fundador del grupo Guillermo Velázquez y los Leones de la Sierra de Xichú, con el cual inició su carrera y ha recibido reconocimiento nacional e internacional.
Su talento y maestría lo han llevado a presentarse en países como Rusia, Puerto Rico, Kenia, Tanzania, Mozambique, Zambia, Zimbabue, Inglaterra, Portugal, Holanda, Bélgica, España, Estados Unidos, Colombia, Alemania y Cuba, entre otros.
Hijo del rock y de la cultura campesina
Guillermo excavó entre sus memorias y recordó el tiempo que le tocó vivir en los inicios de su carrera.
A mí me tocó entrar al caudal de la tradición en una época en que todavía el perfil de los músicos y poetas era diferente al de ahora, tanto que el ejercicio de la tradición tenía cosas muy diferentes. Me tocó todavía la época en que para llegar a compromisos, llegabas en autobús y tenías que caminar por lo menos en 5 horas”, compartió.
Don Guillermo destacó que organizar una topada (enfrentamiento musical y poético a ritmo de huapango) era un ritual que requería cuidado y respeto, y sentenció: “esto no es un jale, es un destino”.
“Yo soy hijo de mi tiempo, nací en 1948, soy de la generación del 68, cumplí 20 años en el 68 y sé y supe entonces de qué se trataba el 2 de octubre; me tocó nacer en el tiempo de los Beatles, de la Guerra de Vietnam, del intervencionismo, me tocó nacer en el tiempo de la Revolución de Cuba, en las luchas de liberación, y me tocó el tiempo en que casi no había medios de comunicación”, añadió.
Un poeta de su tiempo, un artista que mantiene en arraigo la misión de llevar el huapango a rincones insospechados; pero ésto no hubiese sido posible sin aquellas influencias que lo forjaron, como la radio.
“Mi papá trajo del norte un radio donde empecé a escuchar a la W, escuché programas fantásticos y memorables que había; empecé a oír la B grande de México, donde había música popular, ranchera, todo eso me nutrió a mí; entonces, cuando me incorporo, llevo todo ese bagaje y como joven que fui, también para mí fue un hito y una revelación empezar a ver la obra de Joan Manuel Serrat, Piero, de Bob Dylan incluso, dice.
Soy hijo de este siglo claroscuro entre iconografías que se me apilan, soy hijo de John Lennon y Bob Dylan, el rock, además de la cultura campesina a la que pertenezco”.
Mantiene su esperanza en la juventud
Don Guillermo reflexiona sobre la huella que deja el huapango y la esperanza que hay de que perdure con los años.
Explica que en el huapango hay de todo, y como en los fenómenos humanos, hay luces y sombras, fuerzas en contradicción; pero en todo lo que es vivo hay crisis que se resuelven de una manera o de otra, para bien o para mal.
Una cosa es una música de pretensión y otra huapanguero, los primeros piensan mucho en el relumbrón, en el escenario y no son los escenarios el crisol de una tradición como esta. A nosotros, nos ha tocado estar en grandes escenarios muchas veces, pero igual como tocamos ahí, tocamos en el patio de una casa, y tienen que ser con el mismo gusto, dignidad, con la misma pasión”, asegura.
Aunque confiesa que hay un cierto perfil de jóvenes a quienes les gusta más estar tocando en un escenario que en el patio de una casa (a diferencia suya), él mantiene la esperanza de que más jóvenes adopten esta tradición. Una tradición viva que a los Leones de la Sierra de Xichú ha dejado grandes satisfacciones durante cuatro décadas.
MGL
TAMBIÉN PUEDES LEER: