León, Guanajuato.- Odin Dupeyron regresó a León con “¡A vivir!”, una obra escrita, actuada y dirigida por el propio Odin, en la que invita a redescubrir la vida, a empezar a vivirla de verdad.
Así que, superando el tráfico y el estrés citadino, más de mil leoneses llegaron a la función de las 7 de la tarde al Teatro Manuel Doblado para ser parte del monólogo que tiene una duración de más de dos horas.
Tras el aviso de evitar grabar, tomar fotografías o audios -y a quien se sorprendiera le sería confiscado el material- inició la obra.
¡Tercera llamada! ¡Tercera!, ¡Comenzamos!”, se escuchó.
En backstage, Odin se dirigió a su público y les pidió vivir la experiencia del teatro.
“Muchos son muy necios, así que les volvemos a decir: sin dispositivos, sin celulares inteligentes, porque ese es el respeto a los demás. Esto no es una negociación, se tiene que cumplir, si quieren documentar háganlo al final. Que todos sean parte del espectáculo disfruten de la función, porque esto es para ustedes”, dijo.
Entre el público, se escucha una voz que llama a Marciano (Odin) quien comparte una íntima historia de su vida, en lo que se supone, es un grupo de apoyo.
Es una obra que plantea que el verdadero problema de la vida no es que se acabe, si no que empezamos a vivirla demasiado tarde.
Así, Marciano termina un curso de superación personal y está dando el testimonio final de su transformación. Sin embargo, se remueven sus emociones al hacer un viaje en sus recuerdos.
Marciano, representa el afán de un niño que trata de comprender a sus padres; la angustia de un adolescente que quiere ser aceptado, la frustración de un joven que no es lo que los demás esperan; la persistente búsqueda de un hombre por encontrarse a sí mismo para poder tomar sus propias decisiones, y la lucha incesante de un adulto por perdonar a sus padres y liberarse al fin de su pasado.
Esta obra ha recibido comentarios por parte del público -en palabras de Odin- en beneficio de su salud o de su propio estado emocional, mismos que han asombrado al autor, quien concluye que es un texto que ha podido tocar el corazón de la gente.
Hace más de una década que Dupeyron inició este camino, una historia que se creó entre una mesa, una manta y una silla.
No la escribió para hacerse rico, ni famoso, ni para ser un éxito en teatro, sino porque tenía una crisis económica.
Se define como una impactante y conmovedora historia, que lleva por un intenso recorrido emocional de las carcajadas a las lágrimas.
Es un llamado a que cada quien se convierta en el protagonista de su vida, que no se olvide de vivir.
LCCR