León, Guanajuato.- Mario Moreno Cantinflas tenía una conexión muy especial con Guanajuato, pero no sólo la capital y San Miguel de Allende, sino que en León existía un lugar que le llenaba el estómago: Restaurante Cadillac.
El último día del 2023, este histórico sitio cerró sus puertas tras más de 58 años de historia; en 1965 se convirtió en un imperdible para ir a comer.
En 1950 arrancó operaciones con el nombre de Apolo y a partir de 1965 adoptó el nombre de Cadillac y con el cual se convirtió en un espacio imperdible, con la leyenda: Come como en casa, lo bueno es que aquí no tienes que lavar los platos.
Sus paredes se convirtieron en un museo de los carteles más famosos de la época del cine de oro, incluso, tras hospedarse en el Hotel México -hoy la Casa de la Cultura- famosos como Cantinflas se dirigían a comer a este lugar, pues era famoso por su amabilidad, por proporcionar buenas porciones de comida y sobre todo, el ambiente cinéfilo del lugar.
De hecho, se convirtió en uno de sus lugares favoritos cada que visitaba Guanajuato por asuntos de trabajo; cabe mencionar que filmó “El Analfabeto” en 1961 y El Padrecito en 1964. En otras ocasiones, Cantinflas venía a torear a la Plaza de Toros La Luz, hay una anécdota que llegó a torear una chiva.
Entre las comidas que gustaba eran las enchiladas, enmoladas y el filete. Los que acompañaba con un cafecito.
Aunque Cantinflas tenía fama de malhumorado, los comentarios que han pasado por generaciones, señalan que era amable y que sí daba autógrafos.
Siempre vestía una gabardina negra, lentes negros y traía un cigarrillo en la mano. Trataba de pasar de incógnito, para después, dirigirse de nuevo al Hotel México con uno de sus secretarios.
Otros artistas que lo visitaron fueron Ignacio López Tarso, la vedete Thelma Tixou, mexicana-argentina de exuberantes formas, Bozo El Payaso, el actor Gregorio Casal, también estuvieron allí Paquita la del Barrio, Sasha Montenegro.
En los 50s, cuando era Apolo, de 30 a 50 centavos. En 2022 había bufet y comida corrida a $130, $75 para niños.
Le sugirieron a Doña Coco –mi mamá-, cambiarle el nombre inicial de Apolo, metieron en una copa varios papelitos con nombres y una mano santa, la de un bolerito, sacó el ganador, decía: Cadillac y desde 1965, así se le puso”, platicó la señora Ruiz, heredera del lugar.
*Con información de Leopoldo Medina