San Miguel de Allende.- Arturo Ripstein compartió con un grupo de más de 100 personas sus vivencias, recuerdos, anécdotas y motivaciones que lo llevaron a consolidarse como una de las figuras más importantes del cine mexicano.
Desde cómo ayudó a Gonzalo Vega a superar su prejuicio en una escena de beso, hasta un encuentro fugaz con Marilyn Monroe, Arturo brindó una charla amena con sus admiradores.
Teniendo como escenario la sala “Miguel Malo” del Centro Cultural Nigromante en San Miguel de Allende, el cineasta, productor y escritor, Roberto Fiesco, moderó la charla “Un diálogo con Arturo Ripstein”, que tuvo una duración de casi dos horas.
Tras un repaso por su vida y obra en una pantalla, Arturo tomó el micrófono, agradeció al Festival, a Sarah Hoch y a todos aquellos que se dieron cita esa tarde.
Arturo habló sobre cómo la vida ya le tenía planeado su destino; con la influencia de su padre Alfredo Ripstein Jr. -quien labró su destino al cine, al ser productor de la época del cine de la época de oro del cine mexicano-, Ripstein tenía las líneas marcadas en el cine.
Desde Gabriel García Márquez, pasando por Luis Buñuel, Elena Garro, Vicente Leñero, Ripstein tuvo influencia y fue aprendiz de las mentes más influyentes de las letras.
“Soy hijo de un contador, de Parral Chihuahua, que terminó trabajando en el cine por accidente y de ahí no lo sacaron. Así pasó conmigo, cuando nací en 1943, a mitad de la guerra, mi papá se encontraba filmando, cuando me cuentan que uno de uno de los Soler (Fernando), me fueron a ver cuando nací. La vida fue así, que yo terminé filmando una de sus últimas películas”.
Arturo desmintió lo que publica el Wikipedia sobre que fue asistente de Luis Buñuel, cuyos recuerdos se remontan al gusto que tenía su papá por las armas, ‘por los rifles’, que también compartía Buñuel.
“Conocí a Buñuel a los 10 años. En ese entonces, siendo niños de productores, éramos un grupo de imbéciles, ser hijo de productor a veces era eso. Recuerdo que Buñuel, reafirmó mi vocación en el cine, al ponerme de forma exponencial ‘El Perro Andaluz’: esto es lo que yo hago, ¿quieres hacerlo? Y eso reafirmó mi profesión”.
Platicó que fue aprendiz de Buñuel y fue con Gabriel García Márquez con el primero que colaboró.
“Discutir un guión a raíz de la literatura es muy emocionante. He tratado de apoyar en los buenos oficios, y he pretendido tener a los mejores posibles, dejarlos hacer, porque ellos saben su quehacer y esto se trata de eso, dejarlos ser”.
Arturo habló sobre esa fama, la leyenda negra de ser un director demasiado estricto.
“Se dice que soy un dispensario de monstruosidades, que los actores que trabajan conmigo, se van a la Basílica con pencas atacas a su cuerpo, que muchos no quieren trabajar. Pero, mis películas están pensadas en ciertos actores, y desde la concepción del guión los pensamos”.
A sus 80 años, con un oído cansado, el cineasta revira sobre ciertas anécdotas: ‘El olvido es el espacio en el que olvido, y en el que se me permite vivir a los 80 y tantos años’.
Habló sobre la actriz Nora Velázquez, a quien buscó por la forma camaleónica de llevar a sus personajes.
Un sello de su carrera es sin duda el plano secuencia, del que explicó a detalle:
“Me sentía muy cómodo haciendo planos secuencia, pensaba en la inmortalidad del círculo. A los actores les da mucho miedo el full shot, del plano secuencia, a los que trabajaban en Teatro no, pues su posición desde ahí es puro plano secuencia.
Cuando los actores se acostumbran, lo disfrutan mucho. Me gusta mucho por la ondulación, la estructura, que es fundamental en el arte, eso nos da el sentido de ser quienes somos. Eso es la descripción de la vida misma más allá de la realidad inmediata, por eso hago plano secuencia, fácil, ¿no?”
Durante la parte de preguntas, Arturo explica cómo es que disfruta más el cines a blanco y negro.
“Empecé a amar a mi país en blanco y negro, hago cine a partir de lo que me mueve y el corazón. Concebí casi toda mi carrera en blanco y negro. Picasso decía: ‘El color debilita’, solo el blanco y negro tiene la capacidad de poner las cosas sobre la mesa, y que el espectador, llene los huecos que faltan”, qué es un hagazajo, el color completa las cosas t el b y n, tú le pones el color que falta.
Es un trabajo de más intensidad y me da mucho gusto que mi última película sea en blanco y negro.
Sobre qué cambiaría de todo lo que ha hecho, y cómo concibe el cine, Arturo reveló:
“El cine es un juego obsesivo, va uno haciendo películas para quitarse la obsesión y quedarse con la otra. En mi caso, estoy tranquilo con mi última obsesión, ‘El Diablo entre las piernas’, hasta ahora me ha dejado tranquilo”, finalizó.