Por Niraj Chokshi y Kellen Browning de The New York Times en exclusiva para AM. 

Estados Unidos.- En una planta de desmantelamiento de automóviles en un extremo del desierto de Mojave, Benjamin Reynaga utilizó herramientas eléctricas para abrirse camino en un destartalado Honda Fit híbrido hasta llegar a la parte más importante del auto: la batería de iones de litio.

El vehículo en sí iba a ser triturado, pero la batería se trataría con cuidado. Se le iba desensamblar en las cercanías y sería enviada a Nevada, donde otra empresa, Redwood Materials, iba a recuperar algunos de los valiosos metales de su interior.

La planta donde trabaja Reynaga, en Adelanto, California, está en la vanguardia de lo que los expertos de la industria automovilística, los ambientalistas y el gobierno del presidente Joe Biden creen que podría ser una parte importante de un viraje mundial hacia los vehículos eléctricos: reciclar y reutilizar metales como el cobalto, el litio y el níquel. 

Si las baterías que dejaron sus mejores días atrás suministraran los ingredientes de las nuevas, los autos, las camionetas y las furgonetas eléctricos serían más asequibles, así como sostenibles en términos ambientales.

“Tan solo nos estamos preparando”, comentó Nick Castillo, director de la planta de LKQ Corp. La planta en su mayor parte desmantela vehículos de gasolina, pero se está preparando para desmontar más vehículos híbridos y eléctricos. “Sabemos que en algún momento serán la norma. Va a ser el futuro”.

Las ventas de autos y camionetas eléctricos están despegando y las industrias del automóvil y de las baterías están invirtiendo miles de millones de dólares en la modernización y construcción de fábricas. Estos autos podrían ayudar a hacerle frente al cambio climático, pero las baterías tienen sus propios problemas. 

Las materias primas pueden ser difíciles de extraer, a menudo se encuentran en países con un historial precario de derechos humanos y requieren un procesamiento que deja residuos nocivos.

Por suerte, los ingredientes de las baterías también son muy reutilizables. Y ahora ha iniciado una carrera para recolectar y reciclar las baterías usadas de iones de litio. Capitalistas de riesgo, fabricantes de automóviles y empresas energéticas están invirtiendo en decenas de empresas emergentes de reciclado en Norteamérica y Europa.

“Estamos alejando a toda nuestra sociedad de los combustibles fósiles y las emisiones de carbono. No podemos subestimar la escala del desafío”, señaló Gavin Harper, investigador de la Universidad de Birmingham, Inglaterra, quien estudia el reciclado de baterías. “La demanda va a ser enorme”.

Sin embargo, a pesar de todo el optimismo, este nuevo negocio enfrenta un desafío abrumador: habrá pocas baterías disponibles para reciclar durante una década o más. Tesla, empresa que domina el negocio de los vehículos eléctricos, empezó a vender autos en 2008 y hasta 2017 vendía menos de 100.000 al año. 

En la actualidad, hay otras fuentes de donde se puede reciclar, como los híbridos y los aparatos electrónicos de consumo, pero el suministro es limitado y la recolección puede ser problemática.

Esto ha dejado a las empresas de reciclado en una posición difícil. Necesitan invertir en fábricas, maquinaria y trabajadores o corren el riesgo de perder terreno frente a la competencia. No obstante, si invierten demasiado rápido, podrían quedarse sin dinero antes de que las baterías envejecidas lleguen a sus muelles de carga.

“Hay gente que solo despilfarra dinero porque no tiene la materia prima para fabricar material que pueda vender”, comentó Eric Frederickson, director general de operaciones de Call2Recycle, un programa sin fines de lucro que ayuda a los recicladores a encontrar baterías viejas.

Las empresas también tienen que descubrir cómo encontrar, recolectar y desmontar las baterías. Deben trabajar con muchos desmanteladores, depósitos de chatarra y agrupaciones sin fines de lucro. Y debido a que las baterías son propensas a los incendios y que cada modelo está empaquetado y construido de modo distinto, desmontarlas puede ser complicado y peligroso.

Entre las empresas que reciclan baterías destaca Redwood. La empresa fue fundada por JB Straubel, quien fue un alto ejecutivo de Tesla, y ha recaudado más de 1000 millones de dólares de inversionistas, según asevera la misma firma. Redwood en esencia se considera un productor de materiales para baterías —hechos a partir de metales recuperados o extraídos— y ha creado asociaciones de reciclado con Ford Motor, Toyota, Volkswagen y Volvo. Redwood también recicla la chatarra de una planta de baterías que dirigen Panasonic y Tesla, cerca de Reno, Nevada.

En un terreno plano y polvoriento cerca de esa planta, Redwood está construyendo un campus de 70 hectáreas. Ahí, la empresa recupera el metal de las baterías viejas y produce materiales para las nuevas. La semana pasada, Redwood anunció que iba a invertir al menos 3500 millones de dólares en otro campus en Carolina del Sur, una región del país que se está convirtiendo rápidamente en un centro de producción de baterías y vehículos eléctricos.

Otras empresas se centran solo en el reciclado. Li-Cycle, una empresa canadiense fundada en 2016 por dos antiguos consultores de ingeniería —Ajay Kochhar y Tim Johnston—, está construyendo varias plantas.

En los centros de recolección de Alabama, Arizona, Nueva York y Ontario, la empresa deshace baterías y la chatarra que resulta del proceso de fabricación. En su planta de Rochester, Nueva York, una cinta transportadora sube los materiales hasta un piso antes de depositarlos en un contenedor donde se trituran mientras están sumergidos en una solución química patentada para evitar incendios.

Los pedazos resultantes se separan y luego Li-Cycle extrae una sustancia granulada, conocida como masa negra, la cual se procesa en otro lugar junto con los metales que la componen. 

Sin embargo, Li-Cycle planea una inversión total de capital de unos 485 millones de dólares para construir una instalación, también en Rochester, donde podría convertir la sustancia en litio, cobalto y níquel aptos para su uso en baterías.

El reciclado de baterías sigue siendo relativamente nuevo en Norteamérica, pero las empresas extranjeras con mayor experiencia podrían ser una muestra de lo que está por venir. Por ejemplo, en China, hay muchos recicladores, pero una escasez de material.

“Tienen demasiada capacidad y muy pocas baterías para reciclar”, mencionó Hans Eric Melin, fundador de Circular Energy Storage, una consultoría especializada en el mercado de viejas baterías de iones de litio. “Creo que justo esa es la situación a la que nos enfrentaremos tanto en Europa como en Norteamérica”.

El reciclado podría tardar muchos años en convertirse en una industria próspera en Estados Unidos. Circulan relativamente pocos vehículos eléctricos y la mayoría son nuevos. Los teléfonos inteligentes, las computadoras portátiles y otros aparatos electrónicos también tienen baterías de iones de litio, pero son difíciles de recolectar y no hay suficientes para satisfacer las crecientes necesidades de la industria automovilística.

Sin embargo, hay legisladores y grupos ambientalistas que quieren que el reciclado prospere con rapidez para reducir las emisiones de carbono, proteger la nación de una dependencia excesiva de los productores extranjeros y promover la eliminación segura de las baterías.

Por ejemplo, la Ley de Reducción de la Inflación que firmó Biden este verano exige que una parte cada vez mayor de los minerales valiosos de una batería provenga del país o de un aliado comercial para que los vehículos puedan calificar para créditos fiscales. Y la Unión Europea parece estar a punto de exigir una cantidad mínima de contenido reciclado en todas las baterías de vehículos eléctricos.

Después de años de perder terreno frente a China, los ejecutivos y legisladores estadounidenses y europeos son optimistas y creen que el reciclado de baterías puede ayudar a establecer en poco tiempo una industria nacional de baterías. No obstante, según Melin, el consultor, pueden descubrir una dura realidad.

Las baterías de los vehículos eléctricos pueden durar entre 15 y 20 años. Incluso así, muchas baterías tendrán una segunda vida — por ejemplo, almacenar energía eólica y solar para usarla cuando no haya viento ni sol— antes de ser recicladas.

“No habrá mucho material para reciclar durante mucho tiempo”, opinó Melin. “Y sin duda eso es positivo, porque la razón principal será que las baterías están en los autos”.

c.2022 The New York Times Company

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FRG

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