México.- La idea republicana de usar la fuerza militar en México contra los cárteles de la droga comenzó como una fantasía de Donald Trump en el Despacho Oval. El expresidente busca hacerla realidad en 2025.
La primera vez que Donald Trump habló en privado sobre lanzar misiles a México para destruir laboratorios de droga, por lo que recuerdan sus exasesores, fue en 2020.
Y la primera vez que esos comentarios salieron a la luz pública fue cuando su segundo secretario de Defensa, Mark Esper, que Trump se lo había planteado y le había preguntado si era posible que Estados Unidos hiciera parecer que el responsable era otro país. Esper describió la idea como algo absurdo.
Sin embargo, en lugar de condenar la idea, algunos republicanos celebraron de manera pública la noticia de que Trump había querido emplear la fuerza militar contra los cárteles de la droga en territorio mexicano, y sin el consentimiento del gobierno de México. Muy pronto, la idea de Trump de una intervención militar al sur de la frontera estadounidense ha pasado de ser una fantasía del Despacho Oval a algo parecido a la doctrina del Partido Republicano.
Durante la campaña presidencial y en el escenario del debate republicano en California la semana pasada, casi todos los aspirantes republicanos han defendido versiones distintas de un plan para enviar soldados de las Operaciones Especiales de EU a territorio mexicano para ejecutar o detener a miembros de los cárteles de la droga y destruir sus laboratorios y centros de distribución.
En el Capitolio, un grupo de legisladores republicanos escribió una autorización robusta para el uso de la fuerza militar contra los cárteles, similares a los poderes de guerra que el Congreso le otorgó al expresidente George W. Bush antes de las invasiones de Afganistán e Irak. También han presionado para designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, una idea relacionada con la que coqueteó Trump como presidente, pero se retractó después de que México se opusiera de manera vehemente.
Amenaza con hacerlo en 2025
Ahora, si Trump vuelve a la Casa Blanca en 2025, se ha comprometido a impulsar la designación y a desplegar soldados de las Operaciones Especiales y a las fuerzas navales para, según sus palabras, declarar la guerra a los cárteles.
La proclividad del Partido Republicano de buscar una solución militar al problema de las drogas es un recordatorio de que el partido -a pesar de su viraje populista al antintervencionismo en los años de Trump y a que una facción que se opone a armar a Ucrania contra la invasión de Rusia ha crecido- todavía emplea la fuerza armada para lidiar con algunos temas complejos e inextricables. El propio Trump ha sido una especie de contradicción andante en lo que respecta al uso de la fuerza en el extranjero: por una parte, ha querido retirar la participación de Estados Unidos en el extranjero y, por otra, ha amenazado con lanzar bombas a enemigos como Irán.
Los planes han indignado a las autoridades mexicanas. El presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, ha denunciado las propuestas como indignantes e inaceptables. Hace más de un siglo que Estados Unidos no envía personal militar a México sin el consentimiento del gobierno mexicano.
Fentanilo es un arma de destrucción masiva
Los republicanos han descrito las redes criminales mexicanas de narcotráfico como una amenaza para la seguridad nacional estadounidense, y algunos han calificado el fentanilo como un arma de destrucción masiva.
Los estadounidenses gastan miles de millones de dólares al año en cocaína, heroína y otras drogas ilegales. En gran medida y durante décadas, el mercado negro generado por esa demanda ha sido abastecido por las operaciones delictivas de contrabando a lo largo de los más de 3 mil kilómetros de frontera con México. Pero el auge del fentanilo -un fuerte opioide sintético de acción rápida que puede elaborarse a bajo costo a partir de sustancias químicas- ha creado una crisis. El fentanilo se ha vinculado a más de dos tercios de las casi 110 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos el año pasado, y los legisladores de ambos partidos han estado buscando soluciones con urgencia.
También ha crecido la frustración con el gobierno mexicano, cuyo presidente ha abogado por una política de abrazos, no balazos para lidiar con la delincuencia relacionada con las drogas, luego de que las medidas enérgicas contra los líderes de los cárteles de gobiernos anteriores derivaran en una violencia generalizada. Los cárteles, que se asemejan a organizaciones paramilitares con alta tecnología, han tomado el control de vastas zonas de México y han corrompido a muchos funcionarios gubernamentales y de las fuerzas del orden.
El gobierno de Joe Biden, al igual que las gestiones anteriores de presidentes de ambos partidos, ha intentado colaborar con México para frenar el flujo de drogas y ha descartado la acción militar de manera explícita.
Chris Landau, quien fue embajador de Trump en México de 2019 a 2021, consideró que la noción de usar la fuerza militar en un país fronterizo era una mala idea que solo empeoraría la situación. Advirtió que podría crear un nuevo “atolladero” y recordó las consecuencias de las intervenciones militares en Irak y Afganistán.
Entiendo la frustración, añadió Landau. Solo creo que un modelo de ‘tiroteo entre forajidos y autoridades’ no va a resolverlo y causará muchos más problemas.
Los orígenes en el Despacho Oval
La historia del modo en el que la idea de enviar fuerzas militares a México pasó del Despacho Oval de Trump al centro de la conversación política republicana es complicada y mucho más que una simple historia de legisladores que imitan a Trump.
La propuesta de Trump de lanzar misiles contra laboratorios de drogas mexicanos no fue algo que inventara de cero. Surgió durante una reunión y un hombre en uniforme confirmó que era posible.
Sin embargo, ese hombre en uniforme no pertenecía a la cadena de mando militar: era un oficial médico, una persona inusual para asesorar al presidente de Estados Unidos sobre operaciones militares en cualquier lugar.
A finales de 2019 y principios de 2020, cuando la crisis del fentanilo se intensificaba, se hicieron reuniones a gran escala en el Despacho Oval en las que se abordó cómo lidiar con el problema. Algunas personas que participaron consideraron que las reuniones no servían de mucho porque los funcionarios tendían a actuar como Trump esperaba, y él actuaba para ellos.
Cuando la idea de una intervención militar se planteó en una de esas reuniones, Trump se dirigió a Brett Giroir, quien estaba allí en calidad de subsecretario de Salud de EU. Giroir era también almirante de cuatro estrellas en el Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública, y llevaba su uniforme de gala. Su principal argumento fue que Estados Unidos no era capaz de combatir la crisis solo con tratamiento, según una persona informada de sus comentarios.
Por la forma en que Trump se enfocó en Giroir, quedaba claro que, debido a su uniforme de gala, había asumido erróneamente que pertenecía al ejército, según dos participantes en la reunión. Giroir, en su respuesta, sugirió poner “plomo al blanco”, recordaron los dos participantes. Trump no reveló lo que pensaba sobre la idea, y los funcionarios de la Casa Blanca, preocupados por ese momento, consideraron la posibilidad de pedirle a Giroir que no volviera a llevar su uniforme de gala al Despacho Oval.
De la boca de Trump a la campaña de 2024
Tras abandonar el cargo, Trump no dejó de hablar de atacar a los cárteles de la droga. Por el contrario, convirtió la idea en una propuesta política oficial para su campaña presidencial de 2024.
En enero, Trump publicó un video de propaganda titulado “El presidente Donald Trump declara la guerra a los cárteles”, en el que apoyaba explícitamente la idea de designar a los cárteles mexicanos de la droga como al Estado Islámico en Irak y Siria, en lugar de tratarlos como organizaciones criminales transnacionales a las que hay que hacer frente con herramientas para el cumplimiento de la ley.
Trump prometió desplegar todos los activos militares necesarios, incluida la Marina de Guerra de Estados Unidos, para imponer un embargo total a los cárteles y designar a los principales cárteles como Organizaciones Terroristas Extranjeras.
Y se comprometió a ordenar al Pentágono “hacer un uso apropiado de las fuerzas especiales, la guerra cibernética y otras acciones abiertas y encubiertas para infligir el máximo daño a los líderes, la infraestructura y las operaciones de los cárteles”.
La idea ha cobrado vida propia en el Capitolio.
Más de 20 republicanos de la Cámara de Representantes han firmado para copatrocinar la propuesta por Dan Crenshaw, representante por Texas, para promulgar una amplia autorización para el empleo de fuerza militar contra nueve cárteles. También autorizaría la utilización de la fuerza contra cualquier organización extranjera que el presidente determine que cumple ciertos criterios, incluidas las organizaciones relacionadas con el tráfico de fentanilo.
La autorización propuesta para la guerra terminaría al cabo de cinco años, a menos que el Congreso promulgara un nuevo proyecto de ley para prorrogala. Pero, por lo demás, su carácter laxo se asemeja a las amplias autorizaciones de guerra que el Congreso promulgó tras los atentados terroristas de 2001 y antes de la guerra de Irak de 2003, que se convirtieron en problemas más allá de los que los legisladores habían previsto en un principio.
El senador Lindsey Graham, un republicano por Carolina del Sur que es un aliado cercano de Trump, dijo que pensaba que un presidente podría bombardear laboratorios de fentanilo y centros de distribución en su propia autoridad constitucional como comandante en jefe, sin autorización del Congreso. Pero también argumentó que si Trump volviera a ser presidente, la mera amenaza de que podría hacer algo así podría inducir al gobierno mexicano a tomar medidas más agresivas.
‘Una ofensa al pueblo de México’
El discurso republicano sobre atacar a los cárteles de la droga en México está rebotando por los pasillos de su gobierno. El presidente del país, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, ha respondido con molestia y ha hecho algo inusual para un líder mundial: atacar al Partido Republicano.
Esta iniciativa de los republicanos, además de irresponsable, es una ofensa al pueblo de México, una falta de respeto a nuestra independencia, a nuestra soberanía, dijo López Obrador a los periodistas en marzo. Si no cambian su actitud y piensan que van a utilizar a México por sus propósitos propagandísticos, electoreros, politiqueros, nosotros vamos a llamar a que no se vote por ese partido, por intervencionista, inhumano, hipócrita y corrupto.
Roberto Velasco Álvarez, máximo responsable para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, invocó concretamente la comparación con las armas de fuego y señaló a Ramaswamy por prometer una acción militar estadounidense dentro de México.
“Si está tan preocupado el señor Ramaswamy por lo que está pasando en México, pues la mejor forma en que podría ayudarnos es quitando las escopetas que le están vendiendo literalmente a cárteles mexicanos”, dijo en una entrevista.
Mientras México se encamina a unas históricas elecciones presidenciales el próximo año, en las que se espera que los electores elijan entre dos candidatas, con toda probabilidad, gane quien gane tendrá que manejar las tensiones creadas por el Partido Republicano.
Deberíamos, más que amenazas, trabajar de una manera inteligente”, dijo Xóchitl Gálvez, senadora mexicana que ha sido elegida la abanderada de la oposición y ha rechazado de manera abierta la estrategia de seguridad de López Obrador, y añadió que “los abrazos han sido para los delincuentes y los balazos para los ciudadanos mexicanos.
Pero Gálvez también criticó las propuestas republicanas de invadir México y pidió una cooperación compartida y responsable. “No podemos seguir echando la culpa”, dijo.
Gsz