Escocia.- Muchas especies vegetales desarrollaron diferentes sustancias para protegerse de los depredadores al no tener garras, colmillos u otras formas de escapar; sin embargo, resulta curioso que muchas de estas sustancias que crearon para no ser devoradas, se han vuelto en un atractivo para los seres humanos.

Así lo comenta Jonathan Silvertown, profesor de Ecología Evolutiva de la Universidad de Edimburgo, en su libro más reciente “Cenando con Darwin”, reporta El País.

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Aunque estas sustancias pueden ser consideradas como venenos para algunas de las especies depredadoras de las plantas (como insectos, nematodos, hongos y bacterias), en muchos casos no son peligrosos para el ser humano, por lo que han pasado a formar parte común de nuestra cocina, explica el investigador.

¿Cuáles son estos “venenos”?

Uno de los ejemplos más comunes en la cocina mexicana es la capsaicina, sustancia que producen los chiles para proteger sus semillas del hongo Fusarium y que es lo que da la sensación de “picante”, al estimular los receptores TRP de nuestro organismo.

“Si alguna vez has tocado una parte sensible de tu anatomía después de manejar chiles, sabrás que no solo los nociceptores (un tipo de células nerviosas que sienten el dolor) en la boca están equipados con receptores TRPV1. Esta también es la razón por la que la comida con chiles muy picantes quema tanto cuando entra como cuando sale de tu cuerpo”, explica Silvertown.

Chiles, cebollas, ajos y hierbas aromáticas producen sustancias para protegerse que los hacen atractivos para los humanos. Foto: Pixabay

Los ajos y cebollas, alimentos del género Allium, producen compuestos sulfurados formados de azufre, que cuentan con propiedades antimicrobianas e incluso pueden llegar a ser mortales para algunas especies de insectos, aunque a los seres humanos no causan mayores daños.

El particular aroma de algunos condimentos conocidos precisamente como “hierbas aromáticas” o “hierbas de olor”, tales como la menta, la albahaca, el tomillo, el orégano y el romero son moléculas conocidas como noterpenos, que pueden resultar venenosas para algunas especies de insectos.

Resulta curioso que en estos casos precisamente la sustancia “venenosa” creada para ahuyentar a los depredadores sea lo que atraiga a los seres humanos a agregar estas plantas en su dieta.

¡Pero tenga cuidado!

Sin embargo, un alimento con el incluso los seres humanos debemos tener cuidado son las papas, en particular aquellas papas silvestres que se cultivan a alturas superiores a los 4 mil metros de altura.

Algunas especies de papa contienen glicoalcaloides, sustancia que puede llegar a hacerlas tóxicas incluso para el ser humano, por lo que se debe tener especial cuidado si sientes un sabor amargo en las papas que consumes.

Las papas también pueden llegar a tener sustancias tóxicas en su cáscara. Foto: Pixabay

Estas sustancias se concentran especialmente en la cáscara, por lo que una forma de evitar riesgos al consumirlas es el pelarlas antes de cocinarlas.

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