Para Salvador Almaraz López, muralista, pintor de caballete y artista plástico, ser irapuatense es uno de sus mayores orgullos y a sus 91 años se siente feliz de haber dado identidad a su ciudad natal con cada una de sus obras.

El maestro nació el 21 de noviembre de 1930, es conocido como el último eslabón del muralismo y ha plasmado su arte en grandes obras, como el Mural de las Revoluciones, el Mural de la Identidad y el Obelisco del Parque Irekua, por mencionar algunas de las más conocidas en Irapuato, pero su talento también ha sido plasmado en murales de la CDMX y en países como Cuba y Chile.

Este año cobra mayor relevancia su trayectoria, por el reconocimiento que se le dará en vida al nombrar al Museo de la Ciudad en su honor, gracias a la gran aportación cultural y artística que ha hecho a este municipio.

Para mí es una gran sorpresa, una gran distinción y una responsabilidad muy grande recibir este reconocimiento, para que sea ejemplo de una trayectoria de más de 70 años que tengo en esta profesión tan noble y artística, poder representar un lugar tan artístico y cultural, que nos enaltece a todos los artistas de Irapuato”, refirió.

Mural de las Revoluciones, ubicado en la escalinata de la Presidencia Municipal de Irapuato. /Foto: Julieta Ortiz.

El maestro Almaraz se siente orgulloso de ser irapuatense, pues es el lugar donde nació su gusto por el arte, donde tuvo su formación inicial de la mano de su padre, quien tenía gran sensibilidad artística e impulsó su talento y sobre todo, donde pudo formar una gran familia.

Para el artista de la plástica, que la ciudad de Irapuato sea reconocida y ligada a muchas de sus obras representativas es un premio, pues puso una parte suya en cada pincelada, en cada dibujo y en cada proyecto de escultura que forjó su larga trayectoria.

Ha sido un esfuerzo de toda mi vida, desde que nací, yo nací para ser pintor, escultor y muralista de este hermoso lugar que representa mi sueño, mi tierra querida, Irapuato”, contó orgulloso.

Mural de los Orígenes, ubicado en la zona centro de Irapuato, uno de los principales hitos culturales de la ciudad./Foto: Julieta Ortiz.

Consideró que todos los irapuatenses, por nacimiento y por adopción, deben sentirse orgullosos de su tierra, que este año llega a su 475 aniversario de fundación y que aún tiene mucha historia por escribir.

Elementos que han hecho historia

La historia de Irapuato está plagada de identidad por sus barrios tradicionales, sus iglesias, sus murales, la tradicional fresa y sus festejos patrimonio, como las fiestas de los barrios que se realizan en diciembre y que han logrado dar un sentido de pertenencia a la ciudad.

Dulce Vázquez Mendiola, directora del Archivo Histórico del municipio, destacó que a partir del festejo del cuarto centenario, el aniversario de Irapuato tomó relevancia como un elemento de identidad y pertenencia para los irapuatenses.

La catedral de Irapuato y el templo de San José, son de los templos más antiguos de Irapuato, se ubican en la plazuela Miguel Hidalgo./Foto: Julieta Ortiz.

Los orígenes de la ciudad

En los últimos 10 años, se han descubierto nuevos documentos y archivos que cambian la perspectiva inicial de la fundación de Irapuato, que en su versión española, indica que este municipio surgió como una estancia ganadera el 30 de abril de 1556.

“Se otorga una merced de tierras a Francisco Hernández, con la única intención de proveer de insumos a los centros mineros de Guanajuato y dentro de un contexto muy difícil para la región, que era la guerra Chichimeca”, contó.

Templo del Hospitalito, uno de los más icónicos de la cultura de Irapuato, ubicado en el centro histórico./Foto: Julieta Ortiz.

Las tierras fueron divididas y entregadas a los compadres de Francisco Hernández, uno de ellos Gerónimo Giralde, quien posteriormente las hereda a su nieta Isabel Hernández, y a finales del siglo XVI, fraccionan nuevamente la tierra, otorgando una parte para que se forme la Congregación de Irapuato.

“Esta congregación estuvo siempre sujeta a la alcaldía de Guanajuato (…) en 1804 Irapuato logra tener su propio Ayuntamiento, la congregación es importante, en los documentos se menciona que está erigida la iglesia parroquial con la vocación a la Inmaculada Concepción, que hoy es la Catedral de Irapuato”, señaló Vázquez Mendiola.

Es a finales de este siglo que en los documentos también aparece el templo de Nuestra Señora de la Misericordia que tenía anexo un hospital y pertenecía a los indios Tarascos, hoy conocido como El Hospitalito, uno de los más representativos de la pertenencia e identidad irapuatense.

El templo de la Soledad y el templo de San José, también ubicados en el corazón de la ciudad, forman parte de la historia del siglo XVI y aún permanecen formando parte de su cultura.

“Aparte de la población española y de los indios tarascos y otomíes, los nuevos datos dicen que había otro tipo de población, una muy rica, muy diversa, muy compleja; como son nahuas, africanos, de hecho hay mulatos libres en Jaripitío hoy Aldama; y también el registro de asiáticos, en particular filipinos”, destacó.

Otra de las fuentes de la fundación de Irapuato es la cédula que otorga Carlos V el 15 de febrero de 1547, bajo el nombre de Congregación de San Marcos de Irapuato y que es la fecha que actualmente se conmemora.

La fiesta de la Virgen de Guadalupe, festividad de la que se desprenden las fiestas de los tradicionales barrios./Foto: Julieta Ortiz.

Generan identidad a su gente

La identidad irapuatense se refleja en diversos elementos que han hecho historia, como los primeros barrios urbanos de la ciudad, ubicados alrededor de lo que hoy es el Centro Histórico, como son el barrio de Santiaguito, San Cayetano, La Salud, San José y San Miguel.

Destacan también los murales del maestro Salvador Almaraz, realizados durante el siglo XX principalmente, como el de Las Revoluciones, de la Identidad, Las Trojes y una gran cantidad de obras artísticas que llenan de identidad a la ciudad y que identifican a los irapuatenses, pues plasman la historia del origen de la ciudad.

Estos elementos gráficos han sido un elemento decisivo para la identidad de los irapuatenses, ya que aparte de apreciar la técnica, los materiales, los colores, es el concepto de la historia de Irapuato en el tiempo”, enfatizó.

La historiadora comentó que otro ícono de la identidad irapuatense es Vasco de Quiroga, primer Obispo de la Diócesis de Michoacán, pues aunque no hay documentos históricos que demuestren que visitó Irapuato, sí influyó con su ideología y su labor humanitaria con los indios tarascos.

Las fresas, otro de los elementos que dan identidad al municipio./Foto: Julieta Ortiz.

Otro importante ícono cultural es la fresa, que llegó importada en el siglo XIX y que a lo largo de la historia de la ciudad ha sido un elemento que ha identificado a los irapuatenses, que se sienten orgullosos de llamarse freseros.

Asimismo, las fiestas de los barrios, consideradas como patrimonio cultural inmaterial de Irapuato y que iniciaron con el novenario a la Virgen de Guadalupe a finales del siglo XIX, son otro de los elementos que identifican al municipio.

Irapuato llega a su 475 aniversario lleno de historia, con la oportunidad de seguir creciendo como sociedad y con muchos retos qué enfrentar, y que seguramente continuarán generando identidad a su gente.

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