Con información de Julio César López

Yuriria.- El comedor comunitario “Divina Misericordia” se ha convertido en un pilar para las personas más vulnerables de Yuriria, proporcionando comida gratuita gracias a las generosas donaciones de negocios locales y al esfuerzo desinteresado de un grupo de mujeres yurirenses.

Cada miércoles, desde hace tres años, el comedor comunitario abre sus puertas para ofrecer una comida completa a las personas que más lo necesitan.

El comedor no impone ningún costo ni requisitos a quienes acuden en busca de alimentos, solo pide que realmente necesiten la ayuda. Foto: Julio César López.

Las labores de preparación de la comida comienzan a las 10:30 de la mañana para que los alimentos puedan estar listos para ser repartidos a partir de la 1:30 de la tarde, en la sacristía de la parroquia del Perpetuo Socorro.

Este esfuerzo es sostenido por siete mujeres, quienes trabajan incansablemente para asegurarse de que, dentro de sus posibilidades, nadie se quede sin un plato de comida.

El comedor no impone ningún costo ni requisitos a quienes acuden en busca de alimentos, solo pide que realmente necesiten la ayuda. Foto: Julio César López.

El proyecto recibe apoyo de diversos negocios locales, como El de la Rana, que dona 4 kilos de comida cada tercer domingo, Carnitas Miguelito, que aporta 1 kilo de chicharrón mensualmente, así como otras carnicerías como la de la Divina Providencia y la carnicería de Daniel Nieto, que también contribuyen regularmente.

Sin costo ni requisitos

El comedor no impone ningún costo ni requisitos a quienes acuden en busca de alimentos, solo pide que realmente necesiten la ayuda. Fray Alejandro Martínez Domínguez, integrante de los Padres Agustinos, compartió cómo surgió esta noble actividad de ayuda.

El comedor no impone ningún costo ni requisitos a quienes acuden en busca de alimentos, solo pide que realmente necesiten la ayuda. Foto: Julio César López.

“Cuando se dio la pandemia se empezó a hacer este proyecto en Moroleón, y de ahí el padre Salomón se inspiró de la otra parroquia y fue que se inició aquí con las señoras. Iniciaron muchas, pero quedaron seis y una niña”, explicó Fray Alejandro.

HEP 

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