En la antigua casa ubicada en Cantarranas número 6, sede del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, habitan los fantasmas de unos niños que vivieron a principios del Siglo XX, que son los mismos que ahora están pintados en la pared del recibidor de la oficina del presidente.
Hace 15 años, Pedro Ernesto López Montiel, se dio cuenta de su presencia en esa casa, que entonces era propiedad de Gloria Eugenia Reyes Martínez y era habitada por una familia. Un sábado, Pedro acudió a esta casa donde vivía un amigo.
“Buscamos otro lugar, que resultó ser el techo de la casa.
“Ya casi para irnos, todos cerca de la luz vimos una sombra pasando rápidamente frente a nosotros, lo que nos llamó la atención, y en el momento siguiente se vio por un instante la sombra de unos niños en la pared de enfrente.
“Con la sorpresa, empezamos a ver si había niños jugando alrededor, lo cual era poco probable, la casa es grande y no hay forma de tener niños jugando en la azotea a medianoche, la única luz era la que nos alumbraba a nosotros, por más que buscamos no encontramos nada lógico, así que nos bajamos rápidamente y nos fuimos. El chavo que vivía en la casa comentó que decían que se aparecían niños pero no se supo más”, relató a a.m. Express.
Hace 10 años, la casa fue vendida al Gobierno del Estado para convertirse en sede del Tribunal de lo Contencioso. Al restaurarse y quitar viejas capas de pintura y de plafones, “encontraron imágenes de niños como los que vimos aquella noche (…) y la incógnita se quedó en nuestras cabezas”.
El padre de este joven, Pedro López Ríos, agregó que el mural donde aparecen los niños que vio su hijo se descubrió hace 10 años, cuando su hijo no sabía que existía.
Precisó que la escritora guanajuatense Emma Godoy, quien nació en esa casa, es hermana de esos niños que aparecen en el mural y ella también está plasmada ahí, vestida de azul y viendo de frente. Emma Godoy nació en 1918.
Se dice que dos de los niños que vivieron en esa época, murieron pequeñitos, a causa de una epidemia y que sus restos descansaron en la propia finca. Cuando la finca se restauró, en el techo se encontraba una pieza, a la que los primeros empleados denominaban “el cuarto de los niños”, porque en uno de sus muros se localizaron dos pequeñas arcadas, donde pudieron haber estado los restos de los niños.
En la época en que su amigo vivía en Cantarranas número 6, Pedro López Montiel oyó decir varias veces que algunos caminantes tocaron a la puerta, para alertar que en el pretil del muro de la azotea que da a la calle, unos niños jugaban, con el riesgo de caer.
La señora de la casa, que conocía bien la historia, los tranquilizaba diciendo: “ahora subo a bajarlos”.

JUGABAN A LAS CANICAS

Al igual que su hijo, Pedro López Ríos también percibió la presencia de los niños, años después cuando fue nombrado magistrado del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
“En varias ocasiones, llegando a mi privado, encontraba movido el acrílico que da soporte al sillón junto a mi escritorio. El auxiliar administrativo me negaba siempre que él lo hubiese movido.
“Un día escuché el comentario de la señora propietaria vecina, cuyo dormitorio se encontraba justo al lado de mi privado, que ella escuchaba por las noches a unos niños que jugaban a las canicas al lado de la finca Godoy. Entonces me expliqué la razón de esos cambios tan frecuentes del acrílico. Seguramente los niños lo movían para jugar”.

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