Francisco Ernesto Melgoza Luna, orgullosamente es el propietario de una Brasilia, modelo 1976 la cual nombra “Chiquita” desde hace 20 años.
Lo que un día fue un automóvil para enseñarse a manejar, ahora es uno de sus juguetes con el cual se ha aventurado recorriendo casi toda la República Mexicana y haciendo amigos.
Se llama “Chiquita” debido a que cuando estaban aprendiendo a manejar le decían “chiquita no nos dejes”, “chiquita no te descompongas”, “vamos chiquita tu puedes” y así se le quedó el nombre.
Hace 20 años compraron la Brasilia en tres mil pesos; el objetivo en ese entonces era que Ernesto y sus hermanos y hermanas se enseñaran a manejar.
“La compramos para enseñarnos a manejar cuando yo y mis hermanos estábamos chavitos. Ahora es como un hijo más; mi juguete que he guardado desde la adolescencia y que me ha llevado a recorrer casi toda la República dejándome experiencias inolvidables”, dijo Francisco Ernesto.
Durante varios años la consideraban como fierro viejo ya que se descomponía muy seguido.
A los 18 años, Melgoza Luna comenzó a comprar revistas de automóviles modificados y una de ellas era la de Vochomanía donde exclusivamente salen publicados vehículos Volkswagen.
Al observar automóviles como la “Chiquita” en la revista, empezó a inspirarse para tratar de arreglar su auto que tenía arrumbado y descompuesto y se propuso una meta.
La transformación ha sido a lo largo de 2 años, primero modificando las calaveras traseras, los faros, luego la pintura y el motor y poco a poco los demás cambios conforme se le ocurrían a Francisco.
Posteriormente, al estar a un nivel para competir en eventos de autos modificados, la “Chiquita”, se adentró, dándose a conocer por toda la República obteniendo en su categoría más de 60 trofeos en su trayectoria.
Luego de concursar por varios años, su sueño de salir en la revista Vochomanía se cumplió, cerrando un ciclo con la “Chiquita”.
Una anécdota que a cada momento recuerda al lado de su esposa es la ocasión que Francisco invitó a su pareja cuando eran novios al cine en León y en el trayecto se le descompuso la “Chiquita” y nunca llegaron a ver la función.
“Por el aeropuerto comenzó a jalonearse y se descompuso. Pedí ayuda a mi familia; como eso de la media noche fueron por nosotros y remolcamos el coche. Lo más chistoso es que nunca fuimos al cine y eso lo recuerdo al lado de mi es
Chiquita traviesa
Actualmente pertenece a Momias Bugs Club Guanajuato y junto con otros vehículos modificados recorre las calles en busca de aventuras