La mitad de su casa, cinco cuartos repletos de libros, documentos, copias, cajas, microfilmes, figuritas prehispánicas, conforman el enorme acervo que dejó don Isauro Rionda Arreguín, cronista vitalicio de la ciudad de Guanajuato.
El 3 de diciembre pasado se cumplió un año de su muerte, a pesar de lo cual su herencia impresa no ha sido cuantificada y su valor, aunque inmenso por la gran cantidad de información con que cuenta, tampoco ha sido calculado. Su biblioteca permanece intacta hasta la fecha, tal cual lucía en vida de su dueño.
Luis Miguel Rionda Ramírez, hijo mayor de don Isauro, recuerda en entrevista que desde siempre su padre tuvo el gusto por las bibliotecas. Por eso, desde muy joven, primero formó una biblioteca, sólo con libros, en su casa del callejón de Tamazuca, que fue la primera casa donde vivió con su primera esposa, María Esther Ramírez, de 1961 hasta 1977.
Cuando se divorció, se cambió con sus hijos al barrio de Mellado en 1978, donde construyó su casa en la que vivió hasta su muerte, el 3 de diciembre de 2012.
Y ahí, su biblioteca empezó a crecer con todo tipo de artículos documentales y con una colección de objetos prehispánicos que le gustaba recolectar.
Guanajuato, su misión en la vida
“Como que él sentía que tenía como misión en la vida hablar de la historia de Guanajuato. El nunca se sintió cronista de la ciudad, se sintió cronista del Estado.
“El hallaba un documento que le interesaba y lo conseguía, se hizo amigo de vendedores de libros antiguos y le traían cosas que le podían interesar.
“A mi padre no le preocupó tener documentos originales, él no era un bibliófilo, sino lo que le interesaba era la información.
“El tenía espíritu de anticuario, se metía a las tienditas de antigüedades. Cuando algo le gustaba, lo compraba o de plano se lo robaba”, recuerda.
“El catálogo lo tenía en su cabeza”
Con el tiempo, las pertenencias bibliográficas de Isauro Rionda Arreguín dejaron de ser una biblioteca, pues agregó otros tipos de textos más.
“La mitad de su casa la llenó, porque la planta baja conforme se iban saliendo sus hijos se iba apropiando de los cuartos vacíos y poco a poco se convirtió la casa de mi papá en un acervo documental. Son cinco habitaciones y tres niveles las que están ocupadas con todo el material. Y todas, de piso a techo.
“Como miles de fichas bibliográficas, dejó ficheros completos, leía los libros y los fichaba para organizarlos temáticamente. Formó estantes con material de los 46 municipios del Estado, no sólo libros, sino engargolados, todo lo que era sociedad o historia.
Las “joyas”
Aunque Rionda Ramírez admite que ni él ni su hermano Jorge Isauro, herederos legales del acervo de don Isauro Rionda, han empezado a revisarlo para determinar exactamente todo lo que comprende, sí recuerda algunos textos valiosos que en vida recolectó su padre.
Uno de esos es la carta original que escribió el 12 de noviembre de 1810 el Segundo Marqués de San Juan de Rayas al Virrey José de Iturrigaray, en donde le narra la toma de la Alhóndiga de Granaditas el 28 de septiembre de ese mismo año a manos del ejército comandado por Miguel Hidalgo, y en donde murieron el intendente Riaño y todos los españoles que junto con él se refugiaron en esa fortaleza.
La Carta Consolatoria a la ciudad de Guanajuato, escrita por un sacerdote, después de alguna fuerte inundación, durante el Siglo XVIII. Este no sólo es un pergamino, es todo un libro impreso.
Una enciclopedia antigua de la Historia de México, de Niceto de Zamacois, que le costó a don Isauro 20 mil pesos.
“La anduvo persiguiendo toda su vida. Esa fue su última adquisición importante”, refiere su hijo.
Todo del Cervantino
Dentro de los numerosos libreros que aún permanecen repletos de libros y documentos en la casa de Mellado, hay una colección completa de toda la producción editorial de los 41 Festivales Internacionales Cervantinos que se han realizado en la ciudad, desde 1972. Son programas, folletos, gafetes, carteles, todo lo que se haya impreso en cada edición.
Y es que el año en que nació el Festival Cervantino, don Isauro Rionda era jefe del Departamento de Acción Social y Cultural de la Universidad de Guanajuato, y desde esa oficina se organizaba el evento.
Pero no sólo impresos atesoró quien fue cronista de la ciudad de Guanajuato hasta su muerte, sino que también dejó pinturas, acuarelas y grabados del guanajuatense José Chávez Morado, aunque son de formato pequeño.
Y es que ambos personajes fueron grandes amigos, desde que coincidieron al fundar el museo de la Alhóndiga de Granaditas. Chávez Morado fue el primer director y Rionda Arreguín, subdirector.
Con su afán de historiador, llevó a cabo una recopilación de los informes de todos los gobernadores guanajuatenses del Siglo XX, desde 1917 hasta 1991, pues hasta esa fecha no existía tal compendio. Los tomos resultantes se conservan en su biblioteca.
Su última voluntad
Dentro del acervo hay una obra de arte que fue muy especial para don Isauro: un cuadro del Siglo XVIII que muestra a la Virgen de Guanajuato por un lado y en el otro una virgen española.
Cuando lo compró, estaba muy deteriorado. Lo mandó restaurar con Guanajuato Patrimonio de la Humanidad y lo colocó en un bastidor móvil para facilitar su vista a cualquiera.
Luis Miguel Rionda afirma que el deseo de su padre, anotado expresamente en su testamento, fue que esta doble pintura sea donada al pueblo de Guanajuato pero que quede bajo resguardo del abad de la Basílica. Hasta el momento, después de un año de su fallecimiento, esta voluntad del cronista de la ciudad no se ha podido cumplir, reveló.