Antes de salir a trabajar, el oficial Granados se persigna frente a la imágen de la Virgen de Guadalupe y le da un beso a su familia porque no sabe si va a regresar.
Y cuando llega a las instalaciones de la Policia Municipal, lo primero que hace es persignarse otra vez frente al altar de la Virgen, que está en la entrada de la comandancia; se encomienda a ella para que no le pase nada porque está consciente de que en cualquier momento lo pueden asignar a un reporte peligroso.
Es integrante de la Unidad de Reacción Inmediata (URI), grupo de élite de la Policía Municipal y es uno de los dos choferes de esa agrupación.
De él depende llegar a tiempo a los reportes y una vez en el lugar tiene que colocarse en lugares estratégicos para esparar a sus compañeros y salir de rápidamente con los detenidos.
“Cuando salgo de mi casa para trabajar, mis hijos y mi esposa me dan un beso, me persignan. Yo hago lo mismo y salgo más tranquilo, y cuando llegó a la Policía me alisto, me pongo el uniforme y entonces salimos a las calles a trabajar”.
Casi siempre guarda la calma, es serio, pero cuando se trata de cumplir órdenes y salir a los reportes es de los primeros en abordar la patrulla o caminar entre callejones.
Recuerda que entre los llamados de apoyo, uno de los más peligrosos fue cuando acudió a León, a un enfrentamiento contra sicarios en Léon, mientras estaba en un curso, ese día detuvieron a tres delincuentes.
“Ese día hubo balazos y tres detenidos, por eso este trabajo es peligroso; en cualquier momento puede pasar algo”, finalizó.

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