Cuando supo que sería mamá cursaba el sexto semestre de su licenciatura en Sistemas de Información Administrativa, y padeció la discriminación y desdén de algunos profesores: “Ya echaste a perder tu vida”, recuerda que le comentaban.
Alejandra Carrillo Barrón a siete años de su primera hija, Yadira Zoé Carrillo Barrón, es orgullosa madre, soltera por circunstancias, trabajadora de la Universidad de Guanajuato y estudiante de su segunda maestría, la primera fue en Desarrollo Organizacional y está por concluir la de Administración de Personal.
Hace seis años que labora como asistente administrativa en la División de Ciencias Económico Administrativas (DCEA) de la Universidad de Guanajuato (UG), y para ella ha sido todo un reto ser mamá, uno que sin duda vale la pena.
“Es un reto porque te enfrentas a muchas cosas, a lo mejor ahorita ya no tanto pero cuando yo estaba en la carrera y que me embaracé si fue mucho la discriminación o que algunos maestros sí me decían ya echaste a perder tu vida ya no vas a poder estudiar.
“Como mujer tienes que trabajar, estar al pendiente de los hijos y aparte estudiar, lo bueno que mi familia me ha ayudado, me apoyaron y todavía me apoyan si no habría sido más complicado, no habría podido”, comenta.
El día para Alejandra comienza a las 6:30 de la mañana cuando se levanta para preparar el desayuno y ayuda a su hija a prepararse para ir a la escuela, regresa después de las 8 a casa para ir ella al trabajo, aunque a veces tiene que llevar antes a su hija porque el horario de trabajo a veces es más temprano.
A las 3:30 de la tarde regresa a casa durante su hora de comida cuando, para entonces, Zoé ya volvió de la escuela y aprovecha para ayudarle a hacer la tarea, aunque no siempre le es posible, por lo que cunado no puede en la tarde, juntas terminan la tarea en la noche luego de que regresa de trabajar.
Después de atender a su hija sigue atender los pendientes de su maestría, avanzar en las tareas o actividades propias que muchas veces arrastra, termina entrada la madrugada o incluso ya por la mañana, antes de irse a la maestría que toma todos los sábados de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde.
“Cundo estaba niña yo lo veía en mi mamá que se iba a trabajar, pero yo creo que no alcanzaba a dimensionar el esfuerzo que ella hacía para atendernos y trabajar, no me imaginaba que estaba cansada o que no dormía”, reflexiona.
“Yo creo que ya sólo termino esta maestría y seguiré aplicando lo que he aprendido, porque ya fue mucho tiempo separada de mi hija, y quiero ahora sí dedicarle más tiempo”, comenta y no se despide sin hacer una felicitación a todas las mamás que trabajan y estudian, y para las futuras mamás asegura que “es la mejor experiencia que les pueda pasar”.
El domingo, el mejor
Los domingos es el día que más conviven madre e hija, juegan y hacen travesuras juntas, relata la joven madre, tratan de disfrutar el tiempo que comparten aunque a veces también se enojan, Zoé es de carácter fuerte. “Le digo que para el Día de las Madres con que no se enoje me conformo”, comenta y ríen las dos.
Alejandra asegura que el esfuerzo vale la pena, pues aunque ha sacrificado tiempo de compartir con su hija por los estudios, “a veces me dicen que deje de estudiar y ya me dedique a mi hija”, comenta, al final el esfuerzo es para lograr que Yadira Zoé esté mejor.