Miles de familias guanajuatenses se reunieron en los panteones de la ciudad y de las comunidades rurales para cumplir con la milenaria tradición de rendir culto a los muertos y con ello mantener vigente una tradición que se hereda de generación en generación.
Ayer, desde temprana hora, los panteones de la ciudad abrieron sus puertas para recibir a miles de visitantes que con flores, veladoras, arreglos, coronas y demás utensilios en mano se dispusieron a cumplir con el ritual de recordar a quienes ya no están más entre nosotros.
La mañana inició fría con un horizonte dominado por nubes que mantuvieron la mayor parte del día con temperaturas frescas pero eso no fue obstáculo para que las familias visitaran y mantuvieran vivo el recuerdo de quienes han partido de este mundo al descanso eterno.
En los panteones Santa Paula y La Luz, la gente comenzó a llegar y a poblar los espacios entre tumbas, gavetas y pasillos, para luego visitar la tumba del ser querido y colocar las flores que hacen lucir más alegre la cripta.
Entre rezos a los difuntos y misas, la gente poco a poco fue llenando estos lugares, que en días normales lucen un aspecto lúgubre, que se transforma con la sola presencia de chicos y grandes en días festivos como el de los muertos.
Al pie de las tumbas o de las gavetas, unos rezaron en silencio y voz alta, otros cantaron y recordaron al ser querido, en medio de un ir y venir de gente que demuestra que el fervor por los muertos, además de una tradición es un sentimiento que se guarda muy en fondo de quienes ya no tienen la dicha de tener entre ellos a los seres queridos.
Las tumbas de las mamás, papás, abuelos, hijos, amigos, se engalanaron con miles de flores de todos colores y aromas, en un mosaico multicolor que sólo una devoción como la de los muertos puede lograr.
Entre el ir y venir de la gente, la colocación de flores, los rezos, los buenos deseos y peticiones, el día poco a poco se fue haciendo añejo y el frío de las primeras horas dio paso a un calor humano que logró calentar el ambiente en el interior de camposanto.
Pero no sólo acudieron los que tienen algún familiar sepultado, sino cientos de hombres, mujeres, niñas y niños que con escalera al hombro y bote de agua en mano, ofrecieron sus servicios para quienes tienen a familiares en lo más alto de las gavetas.
En las afueras de los panteones, cientos de puestos de comida y antojitos fueron colocados para colmar el antojo de aquellos que gustan de la comida tradicional mexicana.
Tanto en el exterior como en el interior del cementerio al menos una docena de elementos de la Policía Preventiva, vigilaron que no hubiera ningún contratiempo.
Igual ocurrió con los elementos de Protección Civil, quienes verificaron que las condiciones de las instalaciones de estos lugares fueran las adecuadas para evitar riesgos a los miles de visitantes.

‘El tapete de la muerte’

Las calles aledañas al Jardín Unión, Teatro Juárez y el edificio de Presidencia Municipal, se transformaron en un gran tapete en donde cientos de manos de artesanos dieron forma a su creatividad para mostrar su devoción y culto por la muerte, en la muestra denominada ‘El Tapete de la Muerte’.
Esta es la muestra de arte efímero más importante que se hace en honor de los muertos y las calles de la zona Centro fueron el sitio ideal para desplegar todo el talento, que inspira una de las figuras más admiradas y reconocidas por los mexicanos: la muerte.
Y no se trata de alguna competencia o concurso, es sólo un evento que reúne a cientos de personas con la única finalidad de rendir tributo a la muerte y a quienes han dejado este mundo.
Hombres y mujeres, niñas y niños coordinaron sus esfuerzos para dar forma a imágenes y personajes que nos hacen recordar la delgada línea que hay entre la vida y la muerte.
Con materiales como aserrín, arroz, frijol, maíz, lenteja, papel picado y pintura, cientos de manos se entremezclaron para mostrar el despliegue de técnicas tan variadas para celebrar a los muertos.
Figuras de la muerte vestida y arregladas de distintas formas fueron las que más se elaboraron, entre cientos de personas que con admiración centraban la atención en las ‘catrinas’, que son de las figuras favoritas a la hora de la elaboración de estos tapetes de gran tamaño.
La versatilidad de los hombres y mujeres que dan forma a estas representaciones es sólo una muestra de la diversidad cultural de un país como México, que tiene en la celebración de los muertos una de las tradiciones ancestrales.
En esta muestra participaron grupos de artesanos locales y foráneos, lo que dio un toque multicultural a un evento que año con año cobra mayor importancia y relevancia.
Algunos otros edificios históricos también montaron su altar, como en la Universidad de Guanajuato.

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