La edad y cargar botes pesados es lo de menos, ganar a diario un poco más de 200 pesos es el reto diario de “las señoras del maíz”.
El pasaje Manuel Leal se ha convertido en una fuente de trabajo para señoras de la tercera edad, que viven solas y que cargan su mercancía en camiones hasta llegar al puesto.
Esperanza Juárez Bustos tiene 70 años, aunque las líneas de expresión le dan razón a los años, cuando atiende o llega con los botes parece de veinte.
“Yo llego a las ocho y media, me pongo ya lista como a las nueve, nada más vendo aquí en mi lugar, además lo estoy pagando aquí, 300 pesos”, cuenta sentada en un bote y cubriendo las piernas con un reboso.
La jornada laboral a su edad, comienza desde antes de la siete que prepara el grano de maíz o el molido, que empaca los tomates, los nopales.
Su esposo también anciano, la acompaña a tomar el camión que hace una media hora hasta el pasaje que está justo después de la Alhóndiga de Granaditas.
Si el autobús va lleno, el reto es que el bote no resbale y caigan los granos sería una pérdida de su venta.
Al bajar, el cargador ya la está esperando para ayudarle a llevar las cosas.
“Mi esposo me echa la camión yo sola no puedo, mira… ya no tengo fuerzas”, enseña sus brazos.
“Le pago al cargador, mi esposo me sube con el bote y una bolsa, lo que me va quedando aquí lo guardo en mis cajas doy 140 y el cargador me cobra 20 pesos diarios. Nomás estoy a pague y pague, pero con lo que vendemos hay sale”, agrega la vendedora.
Más de diez años lleva en el mismo sitio, vendiendo la misma mercancía. lo que ha hecho que se haga de sus clientes.
“A veces se me vende hasta el último maicito y saco hasta 200 pesos y si no me lo llevo para el puerquito. Trabajar pues hasta donde Dios me de licencia, porque los pies me duelen bien harto, pero mientras que me pueda parar y el día que ya no pueda me quedo arrejolada”, dice Esperanza.
Junto al pequeño puesto está Felícitas Mesa, con un plástico en el piso apenas unas bolsas de nopales, pero lista para sacar para sus tortillas.
“Me traigo de a poquito ya para que me salga para mis tortillas nada más, si consigo unas cajas tengo que pagar para dejarlas es muy poco lo que traigo y todo se mueve en dinero”.
En la calle proliferan al menos unos 20 puestos de este tipo unos con permiso otros por “así libre”, contó Felícitas, que no le importa si tiene o no permiso porque debe de alguna manera sacar dinero para comer.

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