Ejemplo de Compromiso y responsabilidad social:José Cervantes Herrera
Con una labor ininterrumpida a los largo de los últimos 39 años, José Cervantes Herrera, profesor de la División de Derecho, Política y Gobierno de la Universidad de Guanajuato (UG), aseguró que los maestros deben dar ejemplo de responsabilidad y compromiso social.
A propósito de la celebración del Día el Maestro, el catedrático destacó la labor que realizan todos los maestros en México para formar personas integras pero sobre todo seres humanos que sean los guías de las mujeres y hombres del mañana.
“La formación del profesor sigue siendo por regla general una persona comprometida y responsable. Creo que las circunstancias que son de coyuntura van a superarse”, dijo.
Explicó que si bien en años recientes los profesores se han visto inmersos en situaciones que de algún modo afectan su imagen ante la comunidad y la sociedad en general, son aspectos que se deben superar, pues los maestros mantienen su compromiso con la educación.
“La inmensa mayoría de profesores siguen trabajando con toda normalidad y con la debida convivencia educativa”, afirmó.
Cervantes Herrera, quien a lo largo de este tiempo ha tenido, como él mismo señala el privilegio de formar varias generaciones de universitarios, precisó que si bien es muy diferente la labor que realiza un profesor universitario, en comparación con uno del nivel primaria, en el fondo la esencia es la de educar.
“Me parece que las exigencias académicas, los estándares de calidad, las evaluaciones contantes de los profesores, sin que importe su nivel se traducen en una mejor educación”, expresó.
Señaló que pese a la presencia de conflictos magisteriales, que desencadenan paros de labores y donde se involucran cuestiones de carácter económico, político y social, la formación del profesor implica un compromiso ineludible.
Consideró que los conflictos magisteriales que se tienen en algunas entidades del país como Guerrero, Oaxaca, Michoacán, entre otros en el fondo tiene el mismo fin: lograr mejores condiciones para profesores y alumnos.
“El maestro sigue viéndose como una persona que hace el mejor esfuerzo desde el punto de vista académico en la formación de los alumnos. Creo que eso ha permitido que el alumno también vea en el profesor una persona comprometida con su formación”, aseguró.
Con la enseñanza en las venas:Edgar Miguel Razo Barrón
Proveniente de una familia de educadores, Edgar Miguel Razo Barrón, profesor de quinto grado en la primaria Maestro Juan B. Diosdado, cuenta que desde pequeño le llamaba la atención la profesión de enseñar a las futuras generaciones.
Por lo que decidió estudiar la Licenciatura en Educación Primaria y la Licenciatura en Arte.
Por un día, Edgar dejará de lado los libros y los lápices para convivir con sus alumnos y compañeros el día del maestro y también planea celebrar en familia con una comida.
”Me gusta transmitirles a mis alumnos aparte del conocimiento, el gusto por el arte y un sentido patriótico para que se sientan identificados con su país”, dijo el maestro que también cuenta que una de las mayores satisfacciones que puede tener como docente es cuando ve a sus alumnos graduarse y comprobar que su labor rindió frutos.
“Necesitas querer la profesión porque al ser maestro te comprometes totalmente con la escuela y hay que tratar de ser mas competentes cada día”, comentó.
Compromiso con uno mismo y con la sociedad: Martha Carillo
La maestra Martha Fabiola Carrillo Pérez, actual directora de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal Oficial de Guanajuato, compartió con a.m. detalles y recuerdos de su largo camino profesional educativo en el que ha estado involucrada casi 40 años.
“Desde que yo era niña me gustaba mucho convivir con los demás y me gustaba mucho poder ayudar a otras personas, es algo que siempre tuve”, su principal razón para dedicarse a la docencia.
En la secundaria, uno de sus maestros le inculcó el servicio a los demás, “pensar en que los seres humanos venimos a esta vida a servir a los demás, que si Dios nos da la posibilidad de tener algo, nos permita compartirlo con los demás”.
Su trabajo ha sido una aventura, le ha permitido convivir con niños y jóvenes de todas las edades, “he tenido la oportunidad de trabajar en escuelas primarias, en escuelas secundarias, en telesecundarias, en preparatoria, en la Normal ahora, y bueno también he tenido la oportunidad de tener otras responsabilidades, todas me han permitido, primero, aprender mucho a mí y todas me han permitido ayudar a los demás que es lo que más me ha interesado”.
Platicó que sus primeros años fueron muy difíciles, “salí con la intención de querer conquistar el mundo, comerme el mundo a puños, llegué a Dolores Hidalgo, mi ciudad natal, a trabajar a una escuela primaria (…) el primer año fue muy bonito, muy intenso pero había días en que yo quería llorar porque no sabía que hacer con los niños, yo sabía que les tenía que enseñar a leer y a escribir”.
Incluso se quedaba con algunos niños después de clase, dijo que hubo días en que se sentía desesperada, “el primer año fue de mucho aprendizaje, pero también de mucho sufrimiento porque yo estaba en una escuela con mucho prestigio, la directora me exigía mucho, pues antes de concluir el año los niños tenían que saber escribir y leer”.
Le sacó provecho a todos los conocimientos que adquirió en la escuela y aprendió de muchos compañeros. “Uno tiene que aprender de las buenas prácticas de otras personas, eso es lo que he tratado de hacer en el resto de mi vida profesional”.
“Los dos niveles que más me ha gustado trabajar son secundaria y profesional, porque en la secundaria, porque los adolescentes están en una etapa de transición muy interesante, en la que yo creo que los maestros, nuestra contribución es definitiva para que los niños consoliden sus hábitos o les ayudemos a fortalecerlos (…) son niños muy ingenios, uno tiene la posibilidad de ayudarles a sentar las bases para que ellos sigan aprendiendo”.
Ahora, después de tantos años de pasar por diferentes aulas, de conocer tantas personas y convivir con ellas, se siente feliz, “Me siento muy privilegiada de haber elegido esta profesión, me siento muy contenta, la vida me ha dado muchas satisfacciones de ser maestra, me siento con un gran compromiso social”.
Como todo, nuevas generaciones llegan con la ilusión de aprender y adquirir más conocimientos para su vida profesional, la maestra se siente muy orgullosa cuando uno de ellos se acerca a saludarla y agradecerle por todo lo que hizo por ellos. “Me encanta ver a mis alumnos, que ya son padres, incluso abuelos (…) me siento muy contenta de haber influido un poquitito, haber ayudado, poner un granito de arena en su formación me da mucho gusto”.
“Ser maestro es un gran compromiso con uno mismo y con la sociedad”, reflexiona sobre el quehacer educativo que ha formado a tantas generaciones.
Ser maestro es una elección de vida: Lulú Sandoval
Después de 43 años dedicándose a la docencia, la maestra Lulú Sandoval se despidió hace unos días de sus alumnos de preparatoria. Platicó que su vocación se impregnó en su alma desde muy pequeña, cuando tenía 10 años y su hermana menor tenía 5 años, ella le enseñó a leer y a escribir.
“Cuando nací, ya nací maestra, desde que tengo uso de razón sabía que iba a ser maestra, a los 10 años tuve mi primera alumna, tenía 5 años, era mi hermana, le empecé a enseñar a leer y a escribir”.
Platicó que usaba de gises los pedacitos de yeso que se caían de la pared de la casa, de pizarrón usaba la ventana de madera. Cuando su mamá vio el entusiasmo de su hija mayor, le compró papel cartoncillo negro y gises.“En medio año mi hermana aprendió a leer, a escribir, a sumar, a restar y como en aquel tiempo se ponía la costura y el trabajo manual, le puse su costura y su trabajo manual”.
Dijo que cuando terminó de prepararse para la primera comunión, enseguida se intereso en ser catequista, “no era tanto porque yo fuera muy religiosa, sino porque me dio la oportunidad de enseñar, por eso te digo que desde que tuve uso de razón sabía que quería ser maestra, a los 18 años impartí clases en primaria”. También trabajó en preescolar, en primaria, con adultos en clase nocturna, licenciatura y por muchísimos años en la preparatoria oficial y en la Normal.
Después de graduarse y ser maestra de manera profesional aseguró que fue muy interesante, muy gratificante y muy retador, “cuando uno egresa los directores te ponen a prueba para ver si sabes enseñar, con mi experiencia desde los 10 años, me fue muy bien, en ese sentido es retador”.
Comentó que conoció a niños que no sabían sentarse, incluso no pedían permiso para ir al baño; cuando concluyó el primer año ya sabían las reglas de la escuela. “Todos sabían leer y escribir cuando no sabían siquiera tomar un lápiz, es muy satisfactorio, es muy retador”. También dio clases en una escuela rural donde no tenían agua potable, ni baños, “fue una confrontación muy fuerte con la realidad”.
De su travesía como profesora dijo, “lo único que no me gustó fue preescolar porque en ese tiempo había que hablarles a los niños con diminutivos y no iba con mi personalidad, ¿cuántos años hay de diferencia entre un niño de tercero de preescolar y uno primero de primaria? Un año. En primero de primaria yo me sentí como pez en el agua”.
Su amor por enseñar le ha dejado muchas satisfacciones cuando se despidió de sus estudiantes le dijeron que no querían que se fuera y que le agradecían por todo lo que les había enseñado. “He tenido muchos alumnos, me los encuentro en muchos lugares, con sus distintos caminos de vida, me gusta que me recuerden, son tantas generaciones que a veces no me acuerdo.
“Ser maestra es una elección de vida, porque eres maestra hasta que te mueres, por ejemplo ahora que dejé de dar clases, sueño que doy clases (…) en todos los aspectos de tu vida eres maestra, siempre estás con las preocupaciones de que todo salga bien (…) me siento muy contenta porque fue una decisión que tomé y la tomé muy convencida de lo que quería hacer.
“A mis alumnas de la Normal siempre les dije que cuando estuvieran ejerciendo la profesión pensarán en algún momento dado en el ejercicio del trabajo, si serían capaces de poner a su hijo en la manos de un maestro como ellos”.
No todo ha sido miel sobre hojuelas alumnos se quejaban mucho del trabajo, de la exigencia y les decía: me lo van agradecer, no ahorita, a lo mejor dentro de 20 años (risas).