En 1733 se comenzó a construir el edificio conocido como el palacio del marqués de San Clemente, para después ser posesión de Lorenzo de Olazábal, quien la vendió el 16 de junio de 1777 a Juan Joseph Compáins. Unos meses después fue vendida a Vicente Manuel de Sardaneta y Legaspi.
María Manuela de la Pezuela y Lemus Sardaneta heredó el edificio y se lo vendió a don Antonio de Obregón y Alcocer en 1872. Pasaron 22 años para que José María de Yrízar le comprara la casa a Diego de Rul y a Antonio Pérez de Gálvez.
Fue Francisco Mariño quien vendió la casa a gobierno del Estado de Guanajuato el 21 de febrero de 1831. El 3 de marzo de 1831 se decretó que la casa sería en lo sucesivo el Palacio del Congreso, poniéndose en él, las salas del Supremo Tribunal de Justicia y sus secretarías. 
En el interior hay un notable equilibro de armonía con elementos estructurales y decorativo: columnas toscanas, pilastras, balaustres con sus dinteles en ondina, el pavimento y parte de los muros logrados con mosaico veneciano, el resto de los muros pintados con intercalaciones de molduras de madera, cristales esmerilados de puertas y ventanas, y en techumbres plafones que lucen artesonados.
El arquitecto Luis Long, hombre de ciencia, astrónomo, dio conocer de la alquimia fue el encargado de la construcción de la obra.

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