Esta semana el mundo se conmocionó con los atentados terroristas en Bruselas. Por un momento todos tuvimos que dejar lo que estábamos haciendo para pensar lo que es vivir con miedo, miedo de perder la vida al no saber en dónde te puede explotar una bomba. Lo mismo pasó en París o en Boston tiempo atrás, y por lo que vemos, seguirá sucediendo; aunque no sabemos cuándo será el nuevo atentado o en qué ciudad. En Estados Unidos, candidatos como Donald Trump se alimentan de este desasosiego para expresar ideas xenofóbicas y racistas en contra de inmigrantes que van a buscar una vida mejor.
“La gente ilegal se roba los trabajos, no paga impuestos, recibe ayuda social y servicio médico gratuito, todo esto a base de los impuestos de los ciudadanos estadounidenses”. Sí, estas son afirmaciones que Trump les ha vendido a sus seguidores, las cuales no pueden estar más lejos de lo que en realidad sucede. Es cierto que hay trabajos que los ciudadanos estadounidenses no quieren hacer (como decía Vicente Fox, aunque con mucho menos tacto), claro que pagan impuestos, sobre todo en lo que consumen día a día, y no, no reciben ayuda social o médica si no cuentan con un permiso o al menos son residentes. La gente ilegal la tiene muy difícil allá o en cualquier parte del mundo.
¿Pero cómo viven los inmigrantes ilegales en Francia? Hace algunos meses vi una película titulada Samba (2014), en donde un hombre negro senegalés con el mismo nombre es enviado a un campo de detención, en lo que se decide su situación migratoria. Estos lugares son similares a una prisión, sólo que tienen más libertades que los reos en cuanto a comida, vestimenta y tiempos libres, pero no pueden salir o intentar escapar; ya que entonces eso es un ticket de ida directo a la cárcel o implica la deportación inmediata. En el proceso del trámite para pedir un permiso, Samba (Omar Sy) conoce a Alice (Charlotte Gainsbourg), una mujer que parece no pertenecer a este mundo, quien está haciendo un servicio social o caridad para ayudar a personas como él. Una vez que se define la situación migratoria de Samba, lo dejan salir pero “sólo para que se vaya del país”; lo que significa que puede estar en Francia pero si las autoridades lo atrapan entonces tendría que regresar a Senegal.
De ahí vemos lo mismo que les mencionaba con Trump, los inmigrantes hacen los trabajos peligrosos, exponiendo muchas veces su vida, o realizan los trabajos que nadie más quiere hacer, separando desechos o basura reciclable por ejemplo. Samba vive con temor de que en cualquier día lo deporten, pero también, se enamora de Alice y ella de él. Sin embargo ninguno quiere perseguir este sueño de estar juntos, ya que no sólo son de mundos diferentes, sino que Alice en realidad es una alta ejecutiva que no sabe hacer otra cosa más que trabajar. Pero no esperen un dramón, porque los escritores y directores son Olivier Nakache y Eric Toledano, los mismos de la comedia francesa del 2012: Amigos Intocables (Intouchables); y como en ese filme, por supuesto que en éste igualmente habrá un final feliz. Y en este caso, hasta yo que acostumbro ver películas con finales traumáticos, esperaba con ansias este final esperanzador; a mí también me gusta creer de vez en cuando que hay un mundo mejor al cual debemos aferrarnos.