Cientos de capitalinos católicos se dieron cita la noche de ayer en la explanada del templo de San Roque para participar en la Marcha del Silencio.
Esto es a manera de luto por la muerte de Jesucristo, recorriendo las principales calles alrededor del templo mientras cargadores y cargadoras llevan sobre sus hombros las pesadas andas.
Se trata de una tradición muy arraigada en Guanajuato gracias a la fe de las personas.
A las 8 de la noche bajaron de la Santa Cruz el cuerpo de Jesucristo y sobre los hombros de los cargadores iniciaron el recorrido partiendo de San Fernando hacia la avenida Juárez.
Pasaron por la calle Juan Valle para proseguir por Pocitos, dando vuelta por un costado de la Alhóndiga de Granaditas y regresaron nuevamente por la avenida Juárez hasta finalmente llegar nuevamente al Templo de San Roque.
En las calles sólo se escuchaba el retumbar de los tambores que daban paso a la procesión, además el murmurar de algunas personas que oraban.
Muchos fieles participaron llevando cargado el cuerpo de Jesucristo, la corona de espinas y otras representaciones alusivas al dolor y sufrimiento por su muerte en la Cruz.
Como ofrenda, niñas jóvenes y mujeres regalaban a las personas que observaban, pequeños algodones con tinta roja, representando la sangre de Cristo.
A la marcha se unieron decenas de devotas, quienes mostraban su fe y compromiso por su religión católica marchando en silencio hasta llegar al altar de San Roque.
Acuden en familia
Familias guanajuatenses se reunieron el Viernes Santo desde temprano para apartar lugares y presenciar la representación del Viacrucis que se realiza en algunos templos, como el de San Sebastián.
Abuelos, padres y niños fueron vistos cargando bancos o sillas para poder ocupar un lugar con buena vista hacia el escenario de la representación de la Pasión de Cristo.
Con aproximadamente 17 años asistiendo al templo de San Sebastián, la familia Barro Meza no falta a las celebraciones de Semana Santa.
Así como Cecilia Macías y J. Patrocinio Herrera, quienes desde que sus hijos eran pequeños iban a la representación en San Sebastián, pues es la más realista de la ciudad.
“Las familias guanajuatenses tomamos en serio las celebraciones de Semana Santa, son tradiciones que no se deben dejar pasar, en la convivencia familiar es donde se empieza la alabanza a Jesucristo”, dijo María Mendoza, que acompañada de su esposo participó en las oraciones del Viacrucis.