Cientos de capitalinos se congregaron en el interior del Templo de San Sebastián para vivir una vez más la Pasión y Muerte de Cristo.
Al filo de las 11 de la mañana, los rayos del sol pesan en la espalda de las personas como barras de plomo. Justo en ese momento el sacerdote Rodrigo Barceló Gómez, en la puerta trasera del templo, llama al grupo de actores para juntos hacer una oración y encomendar a Jesús el Viacrucis que están por vivir.
En el jardín del este templo, cientos de personas esperan el inicio del camino de Jesús al Monte Calvario, los presentes se tapan del sol con paraguas, gorras y debajo de las ramas de los árboles.
Poco a poco entra una muchedumbre de nazarenos para ver como Poncio Pilatos condena a Jesús, en un principio intenta evitar su muerte, primero mandándolo azotar, después tratando de catafixiarlo por Barrabás.
Ambas propuestas fueron rechazadas por la muchedumbre que pide a gritos que Jesús sea cruxificado. Una corona de espinas lastima la frente del Salvador.
Así comienza la agonía de Cristo, los niños siguen atentos cada paso del Salvador, se acuestan y se sientan en el pasto, mientras los adultos rezan en voz alta.
Unas bocinas ubicadas en los rincones del inmenso jardín permiten al sacerdote hacer una descripción mesurada de las estaciones, en las cuales Jesús cae en tres ocasiones por el peso de la cruz.
De esta manera, los capitalinos observan atentos como Jesús se encuentra con su madre, como es ayudado a cargar la cruz por un cirineo y como la Verónica limpia con una sábana su cara y su rostro se queda impreso en ese lienzo blanco.
Cerca de las 12:34 horas, Jesús es despojado de sus vestiduras, posteriormente es clavado en la cruz y cerca de la 13:30 de la tarde agoniza después de pronunciar sus últimas palabras: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” y “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
Finalmente, Jesús es bajado de la cruz y llevado a su sepulcro, mientras las personas poco a poco comienzan a salir del templo, pensativos y con la promesa de ser mejores personas cada día.
Así termina la agonía de Jesús y comienza la vendimia en los puestos del Jardín de Embajadoras, donde los olores a tripas, grasa quemada y pescado son una invitación a llenar el estómago vacío.
Un ‘Barrabás’ agradecido
Hace 12 años, la hija de Domingo Manjarrez enfermó y la encomendó a la Virgen de San Juan, al aliviarse decidió participar en el Viacrucis de San Sebastián donde cumplió 8 años interpretando el papel de Barrabás.
“Al principio comencé como soldado romano, fue a los dos años que me permitieron recrear el papel de Barrabás, un personaje con el cual cumplí ocho años”, comentó un orgulloso Domingo Manjarrez.
Con vestimenta café, peluca, bigotes y barbas que cubre la mayor parte de su rostro, Domingo participó en los primeros minutos del Viacrucis donde su liberación fue catafixiada por el aprehendimiento de Jesús.
“Fue hace como 12 años cuando tuve a mi hija muy malita, como en ese tiempo venía a ver el Viacrucis a San Sebastián y me decidí a ingresar.
“En ese tiempo era difícil entrar, ahora participamos con orgullo, yo compro mi vestuario. Participar es parte de mi vida, porque mi personaje lo dedico a Dios”, comentó Domingo, quien durante dos meses se prepara espiritualmente para desempeñar su papel.