El barrio de San Luisito, uno de los asentamientos humanos más antiguos de la ciudad se resiste a dejar de lado su tradición alfarera y pese a que cada vez es más complicado involucrar a la gente joven en estas labores, la actividad perdura y está próxima a cumplir su primer siglo de vida. 
Rodeada por otros barrios como San Clemente, la Soledad y Barrio Nuevo, esta demarcación ha visto pasar generaciones enteras que se han dedicado a esta noble labor artesanal, la cual ha dado sustento y otros elementos para el desarrollo de las familias que ahí residen. 
En los talleres de la zona, todos ellos artesanales, cientos de personas se emplean aún y obtienen recursos para el sostenimiento de sus familias, como el caso de J. Luz Ramírez, quien a lo largo de los últimos 20 años ha laborado en esta actividad. 

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