Desde que nació, hace 98 años, don Cirilo Mendoza no ha faltado un solo año al tradicional festejo que se realiza con motivo del Día de la Santa Cruz, pues comenzó la tradición llevado en brazos por sus padres, y aunque ahora lo hace apoyado en el brazo de su hija, hubo tiempos en los que llegaba “corriendo” a las inmediaciones de la Plaza de la Paz para ser parte de la tradicional misa.

Nacido en la segunda década de los años 1900´s, el capitalino ha sido testigo de los cambios que ha sufrido la ciudad y el país entero. 

Desde el asesinato de Pancho Villa, ocurrido cuando tenía tres años, o la expropiación petrolera hecha por Cárdenas cuando era jovencito, don Cirilo ha sido testigo del cambio y el desarrollo, pero también de las barbaridades ocurridas por décadas.

Aunque ahora ya camina más lento, su fe nunca se ha doblado, como cientos de trabajadores que muestran su fervor al símbolo que representa la muerte y sacrificio de Cristo, ha seguido erguida en su corazón y su mente, y aunque ya no pueda trabajar desde hace varias décadas, no ha dejado de asistir cada año a bendecir la cruz que habrá de colocar los siguientes 365 días en el portal de su casa. 

Este año, desde las 7:30 de la mañana, don Cirilo esperó, aferrado a su cruz, la llegada de los “peregrinos” que partieron desde El Cantador, y recibió el tradicional baño de “agua bendita” sentado en las escalinatas de la Basílica, agradeciendo a Dios por permitirle asistir un año más y ser uno de los testigos más longevos de la histórica tradición.

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