León.- A un año del accidente en el bulevar Calcopirita, que conmocionó a León, sobrevivientes no pueden olvidarlo.
A las 8:15 de la noche del sábado 29 de diciembre de 2018 el autobús Mercedes Benz sin placas, con número LE-306E, de la ruta 84 y terminal en la colonia Loma Dorada, cayó a un barranco en la colonia Convive; los frenos fallaron y el operador no pudo evitar la tragedia.
11 personas perdieron la vida y 45 sufrieron lesiones, familias incompletas y secuelas de por vida fueron las consecuencias de la tragedia.
La mayoría de los pasajeros regresaba a casa, algunos llevaban compras de fin de año.
José Melesio Guerra García, “Don Mele”, hizo la última parada en la cima del bulevar Calcopirita, segundos después la velocidad que tomó el camión sin frenos, de bajada, lo llevó al barranco donde él también perdió la vida.
En el lugar solo unos restos quedan del suceso, algunas partes del camión como la defensa o las gomas que cubren las ventanas, dispersas varias cruces colocadas por familiares de las víctimas, que parecieran abandonadas.
Aún se alcanzan a leer algunos nombres de los fallecidos, algunas figuras religiosas y pequeños altares que quedaron destruidos por el paso del tiempo.
A un año de la tragedia pasajeros del fatídico viaje compartieron con AM lo que vivieron.
Felipe Márquez es papá de un niño de 9 años, él fue el último pasajero en subir; platicó que una mujer bajó para que él subiera. “No le tocaba”, dice.
Con lágrimas, contó que ese día le tocaba ir por su hijo, sin embargo por diferentes circunstancias no lo hizo y regresó a casa solo. El camión se accidentó y él fue de los pocos que salieron con unos cuántos golpes, no graves.
Yo venía a un lado del chofer viendo cuando se quedó sin frenos, gracias a Dios yo me agarré bien de un tubo& Don Mele era uno de los choferes que más tranquilo y con más precaución manejaba, ese día me tocó suerte de que no me iba a levantar, sino que fue porque una señora le hizo la parada”, comenta.
Tengo todo muy claro aún”, platica, y recuerda cada giro que dio el camión, cada maniobra que hizo el chofer por tratar de evitar la desgracia, y cada cuerpo que vio al salir del autobús.
Todavía traigo mi boleto y es 21, de la suerte, fue el último boleto que dio el señor& Lo primero que pienso es en salirme y salvar mi vida. Me salgo del camión y está la gente gritando ¡auxilio, ayuda! la gente que falleció fue gente que venía dormida, en ningún momento se dio cuenta”, agrega.
También menciona que presenció el momento en que el chofer intentó frenar con motor pero el camión no respondió, lo siguiente que recuerda es estar dando vueltas hasta caer al barranco.
Desde el día del accidente siente cierto temor al abordar un camión con ruta 84, pero se sobrepone, su hijo en cambio no quiere hacerlo y cuando le acompaña caminan o toman un taxi.
Al lado de Felipe en el camión iba Rosalba del Carmen Ojeda, ella también vio la cara de preocupación de Melesio al darse cuenta de que no tenía control del vehículo.
Rosalba también sufrió algunos golpes, una herida en la cabeza y un esguince de segundo grado en el cuello, sin embargo tampoco fue algo de gravedad.
Esa noche yo venía de trabajar, la última parada la hice en la mera cima del bulevar, ahí sube un hombre de chamarra blanca. Empieza a agarrar velocidad (el camión) y a una cierta distancia ya no es normal, la gente se empieza a asustar y a gritar, fue en cuestión de segundos”, comenta.
Segundos antes de caer al barranco, dice Rosalba, cerró los ojos y lo último que recuerda antes de caer fueron las maniobras del conductor.
Era mucho miedo, empiezo a escuchar llanto, el crujir de los vidrios, los fierros, muchos ruidos muy fuertes, cuando siento que se para el camión y abro mis ojos, pero del golpe que recibí en la cabeza yo veía muy borroso”, agrega.
El golpe la dejó tan aturdida que al salir del camión no pudo ver nada, solo distinguía algunas siluetas en el suelo, pero entró en shock y reaccionó hasta que su esposo fue por ella al lugar del accidente.
Yo no veía la magnitud del accidente, de lo que estaba atrás de mí& Todavía siento el dolor, el miedo no se me quita, la 84 no la puedo tomar, es un miedo que no se imaginan, me gana la desesperación, trato de superarlo pero no puedo, es muy triste”, comenta Rosalba.
Después de la tragedia los sobrevivientes han continuado con sus vidas, sus familias están felices de tenerlos con ellas, pero 11 de los pasajeros no tuvieron la misma suerte.
La Dirección de Movilidad y los empresarios transportistas respondieron a las víctimas con apoyo económico, sin embargo ninguna indemnización fue capaz de reparar el dolor de tener una lesión de por vida o una familia incompleta.
Las heridas cicatrizaron, los golpes sanaron pero el recuerdo sigue vivo en todos los sobrevivientes de la ruta 84.
Demanda pensión a transportistas
Un año después del accidente María de la Luz Pérez Huichapa aún resiente las lesiones que sufrió en el hombro izquierdo, y que le impiden trabajar.
Trabajaba haciendo la limpieza en varias casas, y el pago que recibía por ello le permitía solventar sus gastos.
Los transportistas me dieron 30 mil pesos de indemnización, menos los seis mil pesos que me cobró el abogado que me representó y que en ningún momento fue legal, ¿creen que ese dinero me va a durar toda la vida?
Lo que yo pido a estos señores es una pensión de por vida, porque yo entre más grande esté ya no voy a poder mantenerme, ya no puedo trabajar, sí traté pero ya no pude porque ya no estoy fuerte físicamente”, dijo.
El dinero que recibió para resarcir los daños que sufrió en el accidente, añadió, no fue una cantidad válida, y aseguró que fue presionada para firmar los documentos por ese pago, de los que no recibió una copia.
El problema es que firmé pero me obligaron a firmar y digo que fue así porque no vi otra solución, pero no estuve conforme porque me desgraciaron para toda la vida.
Me hicieron firmar muchos papeles, pero tampoco me entregaron una copia de lo que les firmé. Por eso lo que yo quisiera es que me paguen una pensión para poder solventar mis gastos”, aseguró.
“No estoy bien”
Pese a que estuvo internada ocho días en la clínica particular Médica Poniente, María de la Luz recibió una atención a medias, según dijo, pues a pesar de que tenía fracturas en nariz y en el hombro izquierdo sólo fue operada de la nariz.
La nariz la tenía hecha pedazos y a los cinco días del accidente me operaron en esa clínica, le comenté a uno de los doctores que me dolía mucho la nariz y uno de los ojos pero no me hicieron nada, ya no me quisieron checar y a la fecha todavía tengo malestar.
De mi hombro sólo me sacaron una radiografía pero no me quisieron operar, me dijeron que sólo con la férula que traje unos días se me iba a alivar y no me atendieron esa fractura, siento mucho dolor porque traigo la clavícula de fuera”, platicó angustiada.
Mostrando las recetas y la radiografía que le entregaron en la clínica, con lágrimas recordó la noche del accidente y se dijo sorprendida de haber salido con vida de aquella desgracia.
Cuando el camión se cayó al vacío lo único que pude hacer fue encomendarme a Dios, y cuando se vinieron los asientos con la gente me pegaron en el hombro, quedé en medio de dos asientos y creo que eso fue lo que me protegió para no salir proyectada del camión como salieron otras personas y por eso estoy aquí para contarlo.
Ya pasó un año pero muchas de las personas que vivimos ese accidente no estamos bien, yo no estoy bien, no puedo dormir bien por el dolor del hombro, no puedo agacharme y necesito ayuda para vestirme y desvestirme”, lamentó.